Uno de mis hermanos me envía un correo con el asunto "pincha aki y ya tienes tema para tu blog", y tiene razón: hace mucho tiempo que no hablaba de Gallardón y su megaobra.
El enlace que me envía es una noticia que dice que la delegación europea que vino a ver la M-30 ha "suspendido" las obras, y que el Ayuntamiento responde dudando de la competencia de dicha comisión. Vamos, como si a uno le suspende el profesor porque no ha estudiado y va y dice que duda de la capacidad de ese profesor. Pataletas de niño malcriado.
Los pobres europeos han alucinado con eso de que se cambiara la denominación de M-30 de carretera a vía urbana y así eludir la declaración de impacto ambiental. Como se lee en la noticia, la M-30 no les parece en ningún modo una calle, sino más bien "una gigantesca autopista de circunvalación". Coño, es que eso es lo que es. Los mismos atónitos europeos dicen, porque así lo entrecomilla la noticia: «Lo que cuenta -dijeron- no es el nombre, sino las dimensiones de la obra, y estas dimensiones evidencian que la declaración de impacto en la M-30 era ineludible».
Y, no sólo eso, afirman que Gallardón ha tratado a los madrilenos como súbditos, no como ciudadanos. ¿Sabrán ellos que ya lo llamamos Faraón? ¿Creemos nosotros que esto va a tener alguna repercusión? Yo, sinceramente, lo dudo mucho. Y lo dicho otras veces, después volverán a votarlo...
Vamos, que el trabajo de escribir este post era sencillito porque la noticia se comenta por sí sola.
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