No voy a hablar de una nueva franquicia de esa serie de tanto éxito, sino de una película de 1963: El infierno del odio, de Akira Kurosawa.
La vi ayer y me quedé enganchado desde el minuto dos. Para quien no la haya visto, voy a intentar no desvelar mucho sobre su argumento, pero básicamente es una película dividida en dos partes.
En la primera descubrimos un secuestro con petición de rescate (con un interesante giro que tampoco voy a descubrir), y Kurosawa transmite toda la angustia de la situación con el recurso de recluirnos en la casa del chantajeado, como si de una obra de teatro se tratase. Para aumentar nuestra angustia, tienen además que cerrar todas las cortinas (para que el secuestrador no vea desde fuera que ha llamado a la policía). Ese ambiente opresivo, de (permitidme la pedantería), kammerspielfilm, se acaba a la primera hora de la película para pasar a paisajes más amplios, a los arrabales de la ciudad, al mar... Con esto, vemos más difícil que la policía encuentre al secuestrador.
Porque de eso es de lo que va la segunda parte, de cómo la policía investiga y va cercando al secuestrador, con muchos datos que ahora hemos visto mil veces en C.S.I. y similares, pero supongo que resultarían novedosos en 1963.
Kurosawa es un maestro cambiando los puntos de vista según interese a la historia: del chantajeado al jefe de la policía, a los policías de a pie, al padre del niño secuestrado, incluso al secuestrador.
En fin, que no conocía la película y me alegro mucho de haberla visto.
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