Ayer vi Whisky a go go, uno de los primeros éxitos de la productora inglesa Ealing.
Con los ojos de la actualidad, la película es una muestra de pura ingenuidad, de costumbrismo amable, de sonrisas sin risas... En verdad, apenas se puede hablar de giros o sorpresas en todo el metraje, pero es una película de esas que se ven de un tirón con un cómodo gustito en la mirada. Como su título indica, el whisky es el centro de atención de la trama, al que se trata como "agua de la vida" y que parece algo así como la poción mágica de Asterix para los habitantes de la pequeña isla.
Cual Fuenteovejuna, todos los habitantes se unen cuando de conseguir la bebida se trata, da igual que lo que tengan que hacer no sea demasiado legal. Y en esa unión del pueblo está lo mejor de la película, en el retrato costumbrista de sus gentes, su picaresca, sus pequeñas bondades y sus pequeñas miserias... Es curioso cómo el mismo realismo costumbrista se extendía por el cine europeo con pocos años de diferencia.
Lo único que no me gusta de esta película (es un spoiler pero da un poco igual) es ese epílogo moralista. Cuando todo el pueblo disfruta del whisky sustraido irregularmente, una voz en off nos dice que el pueblo después fue infeliz porque el precio de la bebida subió y que sólo fue feliz la pareja que no bebía. Vaya forma de tirar por la borda todo lo conseguido durante la hora y cuarto previa.
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