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lunes, mayo 30, 2005

Crónicas del Festimad Parte III (El timo del patatal)


El Festimad y yo

Llegó el momento de entrar a la zona de conciertos. Nueva cola de acceso. Entramos y, ¿qué vemos? ¿Dónde está el cesped? ¿Dónde hay arbolitos que den sombra? ¡Dios mío, el terreno ha sido arado! ¡¡Estamos en un campo de patatas!!

Con cuidado de no torcernos el tobillo por los muchos surcos del suelo nos encaminamos a tomar una cerveza. Cinco euros el litro (se pide así aunque sé que esos vasos no tienen un litro). Es caro, pero en fin, aguantaremos. Es o eso, o nada.

Venimos con ganas de pasarlo bien, así que intentamos obviar los inconvenientes y centrarnos en las cosas buenas. Al menos, la cerveza estaba muy fresquita. Ya había tocado Margarita, y estaba a punto de empezar el grupo de Alcorcón Jugoplástika, así que decidimos ir hacia la carpa a empezar a ver conciertos.

Por el camino, parada en zona de tiendas. Más o menos lo mismo que en otros festivales, pero vi una gorra con protección para el cuello y tuve que comprármela. El que me la vendió me aseguró que era la mejor compra que iba a hacer en todo el festival. Y tuvo razón (Es la gorra que llevo en la foto).

La verdad es que apretaba el hambre, así que (oyendo a Gracias a Nada de fondo)pedimos un par de bocatas. A mí me puso un perrito caliente un tipo con un bulto enorme en el brazo, que me cogió el pan con las manos grasientas, metió el perrito con pinzas (eso sí) y añadió unas patatas fritas que agarró también con sus dedos multiusos. Hombre, sé que un Festimad no es un hotel cinco estrellas, pero tampoco hace falta regodearse en la falta de higiene, ¿no?

Pues bebido, y comidos, entramos en la carpa a pedir otra cervecita y a ver a The Naives. Estaban bien, la cosa empezaba a mejorar. Cuando terminó, nos dimos un paseito para ver al primer grupo de uno de los escenarios grandes: Legen Beltza. Como hacía tanta calor, nos vimos un par de canciones y a la carpa de nuevo. Allí creo que ví el primer concierto que me gustó: los cordobeses Estirpe.Rock de toda la vida, en castellano y con acento cordobés (incluso cantando pronunciaban las vocales muy abiertas). Bueno, la cosa se ponía bien. ¿Cuánto duraría nuestra felicidad?

1 comentario:

Anónimo dijo...

ay, esa gorra... ah, q era el parquezuelo ése, no el sáhara..
bendita cerveza, cuántas vidas salva.