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lunes, septiembre 11, 2006

Justificar las acciones

Como estoy ya dialogando el capítulo aquel en que cambiamos el orden de la escaleta, me tomo un respiro para contar algo sobre el proceso creativo en general.

Ya conté que en Marzo comencé a escribir una novela ambientada en un mundo fantástico. Este fin de semana me ha ocurrido una anéctoda que me ha hecho reflexionar (un poquito, tampoco os vayáis a creer) sobre la diferencia de mentalidad entre el escritor de novela y el escritor de guiones. En un pasaje de lo que llamaré "mi novela", un personaje se encuentra en una situación en la que lo lógico sería mentir, sin embargo, para la evolución de la trama me convenía que dijera la verdad, así que me busqué una justificación bastante creíble para ello, la pensé, la repensé, tuve que plantar antececentes, y al final, el personaje dice la verdad por algo bastante justificado.

Por pura casualiad, después me puse a leer una novela en la que me hallo ahora y uno de los personajes se ve en el mismo dilema. Por lógica, tendría que mentir, pero al novelista le interesa que diga la verdad. En la que llamaré "la otra novela", el autor lo soluciona diciendo simplemente algo así como "el instinto le decía que tenía que decir la verdad", y ya está, no hace falta justificar nada.

¿Por qué hablo de diferencias entre guionista y novelista en este sentido? Porque un guionista necesita justificar las acciones de sus personajes por acciones externas, sin recurrir a una voz en off a un deus ex machina. Un guión no tiene el recurso de la voz interior (al menos, no en la mayoría de los guiones). Un novelista, por el contrario, puede justificar algo con una simple frase de ese tipo: "le dió el pálpito", "creyó conveniente", etc. etc.

Y ya está, vuelvo a mi guión, que la fecha de entrega se acerca.

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