Los nombres en rojo son los personajes que aparecen en cada secuencia. Ah, y como véis en una secuencia aparece Dávila, pero después no aparecía en el capítulo y hubo que sustituir todas sus intervenciones.
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jueves, marzo 15, 2007
Escaleta por aquí, escaleta por allá
El otro día comentaba que no tenía tiempo para escribir aquí porque estaba metido de pleno en la escaleta del capítulo 187. En ello sigo. Probablemente mañana entreguemos una primera versión. Y no es la primera vez que hablo de la dichosa "escaleta". Incluso he llegado a subir la foto de los post-its que usábamos para organizarnos. Pero hoy, con la cabeza repleta de secuencias que van y vienen, de personajes que pasan de un sitio a otro, de mezclar, barajar, organizar, sustituir, me he dicho: "muchos de los que pasan por aquí no trabajan en el medio", y he pensado que sería buena idea subir la foto de una página de una escaleta. Para la ocasión he escaneado una página de la del último capítulo de la decimosegunda temporada, aquel de los cuentos. Hay muchas formas de escaletar, y probablemente guionistas que trabajen en otras series lo hagan de otra forma, pero aquí os dejo la imagen de cómo lo hacemos en Hospital Central. Sólo tenéis que pinchar sobre la imagen para ampliarla. 
Los nombres en rojo son los personajes que aparecen en cada secuencia. Ah, y como véis en una secuencia aparece Dávila, pero después no aparecía en el capítulo y hubo que sustituir todas sus intervenciones.
Los nombres en rojo son los personajes que aparecen en cada secuencia. Ah, y como véis en una secuencia aparece Dávila, pero después no aparecía en el capítulo y hubo que sustituir todas sus intervenciones.
viernes, enero 12, 2007
No hay cuerpo sin esqueleto
Todo guionista sabe que un elemento fundamental en la elaboración de un guión es la escaleta. Para que la historia funcione, después de haber pensado personajes, tramas y giros, es indispensable organizar toda la información mediante una escaleta que gradúe la historia y que nos vaya llevando de un sitio a otro.
En una serie, donde se mezclan varias tramas, la escaleta debe conseguir no sólo graduar las historias, sino otorgarles a cada una su peso y mezclarlas de modo que quede un tejido uniforme, en la que no desaparezca un hilo para aparecer cuando nos hemos olvidado de él, ni poner demasiados hilos del mismo color juntos, ni dejar hilos sueltos.

Y hablo a propósito de colores, porque uno de los métodos habituales para preparar una escaleta es precisamente el de las tarjetas de colores. Se coge cada trama, se divide en los pasos que creemos convenientes y cada paso se escribe (se resume, claro) en una tarjeta de un color diferente. Poniendo el caso de Hospital Central, un ejemplo sería: el amarillo para la trama personal de Aimé, el rojo para la trama médica que comienza en el exterior, el verde para la trama de Maca, el azul para la trama médica que empieza en el hospital, etc., etc. Después, vamos ordenando las tarjetas procurando que cada color aparezca sin que haya más de cuatro tarjetas de otros colores entre él y su anterior pareja. A veces no es fácil, pero cuando has terminado, tienes una idea muy visual de cómo quedan repartidas las tramas en el capítulo. Después, claro está, hay que sentarse a redactar un documento donde ya queda mucho más claro si la cosa puede funcionar.
La foto que he colgado es la escaleta a base de post-its de colores del capítulo 178 de HC. No os preocupéis en intentar leer nada, he hecho la foto con mala calidad a propósito. Tendréis que esperar para saber qué pasa.
En una serie, donde se mezclan varias tramas, la escaleta debe conseguir no sólo graduar las historias, sino otorgarles a cada una su peso y mezclarlas de modo que quede un tejido uniforme, en la que no desaparezca un hilo para aparecer cuando nos hemos olvidado de él, ni poner demasiados hilos del mismo color juntos, ni dejar hilos sueltos.

Y hablo a propósito de colores, porque uno de los métodos habituales para preparar una escaleta es precisamente el de las tarjetas de colores. Se coge cada trama, se divide en los pasos que creemos convenientes y cada paso se escribe (se resume, claro) en una tarjeta de un color diferente. Poniendo el caso de Hospital Central, un ejemplo sería: el amarillo para la trama personal de Aimé, el rojo para la trama médica que comienza en el exterior, el verde para la trama de Maca, el azul para la trama médica que empieza en el hospital, etc., etc. Después, vamos ordenando las tarjetas procurando que cada color aparezca sin que haya más de cuatro tarjetas de otros colores entre él y su anterior pareja. A veces no es fácil, pero cuando has terminado, tienes una idea muy visual de cómo quedan repartidas las tramas en el capítulo. Después, claro está, hay que sentarse a redactar un documento donde ya queda mucho más claro si la cosa puede funcionar.
La foto que he colgado es la escaleta a base de post-its de colores del capítulo 178 de HC. No os preocupéis en intentar leer nada, he hecho la foto con mala calidad a propósito. Tendréis que esperar para saber qué pasa.
jueves, mayo 31, 2007
El tonto y el camino
Hace tiempo colgué aquí una página de una escaleta y algunos de vosotros me pedísteis que algún día pusiera una página de escaleta con una de las secuencias correspondientes. Y hoy he entrado en el foro y veo que se pregunta mucho por la frase que Ester le dice a Maca,la del tonto y el camino. Pues bien, para matar dos pájaros de un tiro, aquí va la página de escaleta en la que va dicha secuencia, y la primera página de la secuencia (en verdad tiene una y diez líneas o doce líneas más, pero con poner la primera, vale). Creo que en la grabación se cambió algo el orden de guión, porque, según recuerdo ahora mismo, lo que sigue a esta conversación de Maca y Ester no es la conversación entre Vilches y Lorenzo, sino la atención a la mendiga. Pero ya lo he dicho alguna vez, el guión es un instrumento de trabajo, no una rígida guía que haya que seguir con puntos y comas. Bueno, no me enrollo más, que me voy a ir a dormir. Aquí os dejo, primero la página de escaleta en la que aparece la secuencia treinta y cinco, y después, la página de guión con la frase del tonto y el camino, que es una frase de la cultura popular.
Y ya sabéis, para verlo más grande, sólo hay que pulsar sobre la imagen. (Ah, y esa localización, "M30", no es que se vayan a charlar a la obra de Gallardón, es como llamamos al pasillo semicircular que rodea una parte del hospital)


P.S.: Alguien ha subido a Youtube las intervenciones de Maca y Ester en este capítulo, así que completo esta entrada poniendo el vídeo en el que sale la conversación del tonto y el camino (en el minuto dos y cuarenta segundos más o menos). Ahí se ve, además, que la secuencia sí estaba igual que en el guión. Es que desde hace tres días tengo un año más y ya empiezo a olvidar las cosas.
Y ya sabéis, para verlo más grande, sólo hay que pulsar sobre la imagen. (Ah, y esa localización, "M30", no es que se vayan a charlar a la obra de Gallardón, es como llamamos al pasillo semicircular que rodea una parte del hospital)
P.S.: Alguien ha subido a Youtube las intervenciones de Maca y Ester en este capítulo, así que completo esta entrada poniendo el vídeo en el que sale la conversación del tonto y el camino (en el minuto dos y cuarenta segundos más o menos). Ahí se ve, además, que la secuencia sí estaba igual que en el guión. Es que desde hace tres días tengo un año más y ya empiezo a olvidar las cosas.
viernes, junio 20, 2008
Setenta minutos
Ayer mismo, el usuraio conocido como Danak me hacía una pregunta en una de las entradas referidas a Hospital Central. Copio y pego:
Ya he hablado varias veces en este blog de la escaleta. Recomiendo a Danak visitar este enlace en que hablo del sistema de organización de secuencias mediantes post-its, o este otro en que escaneé una página de una escaleta de un capítulo de Hospital Central, o éste, en que además de la página de escaleta, incluí la secuencia tal y como queda después.
Como ves, nosotros en la escaleta decidimos ya el orden de las secuencias, pues sólo así podemos organizar la información y los giros. Otra cosa es que después el director y el montador consideren más oportuno variar el orden en algún caso concreto.
Y en cuanto a la medición del tiempo, es algo ya casi mecánico. Cada capítulo tiene unas sesenta secuencias, de nunca más de dos páginas cada una. O sea, cada secuencia tiene una duración de entre menos de un minuto y dos minutos como tope. Al final, todo el guión escrito sin saltos de página en letra arial once debe tener entre setenta y siete y ochenta páginas. Así de simple.
Espero haberte respondido.
"[...] Me gustaría preguntarte por cómo se intercalan las secuencias dentro del capítulo. Es decir, ¿sois vosotros , en guión quienes decidis el orden? Ya comentó Guillermo en su blog que procurais que los protagonistas tengan más o menos los mismos minutos en pantalla. Así que, el proceso tiene que ser casi una obra de ingeniería.
Otra pregunta es en relación a cómo os las arreglais para medir los tiempos. Es decir, si un capítulo tiene unos 70 min, y supongamos que tiene 14 secuencias de 5 min cada una (ya sé que en realidad serán muchas más pero es para que no queden números muy feos), ¿cómo escribiis el diálogo para que encaje en esos 5 min? Debe ser complicado, porque muchas veces dependerá del tiempo que los actores tarden en decir sus frases".
Ya he hablado varias veces en este blog de la escaleta. Recomiendo a Danak visitar este enlace en que hablo del sistema de organización de secuencias mediantes post-its, o este otro en que escaneé una página de una escaleta de un capítulo de Hospital Central, o éste, en que además de la página de escaleta, incluí la secuencia tal y como queda después.
Como ves, nosotros en la escaleta decidimos ya el orden de las secuencias, pues sólo así podemos organizar la información y los giros. Otra cosa es que después el director y el montador consideren más oportuno variar el orden en algún caso concreto.
Y en cuanto a la medición del tiempo, es algo ya casi mecánico. Cada capítulo tiene unas sesenta secuencias, de nunca más de dos páginas cada una. O sea, cada secuencia tiene una duración de entre menos de un minuto y dos minutos como tope. Al final, todo el guión escrito sin saltos de página en letra arial once debe tener entre setenta y siete y ochenta páginas. Así de simple.
Espero haberte respondido.
domingo, diciembre 02, 2007
Diálogos: el reino de la verosimilitud
Se lo prometí a Víctor y aquí va mi respuesta a la pregunta que me hizo en Zaragoza el miércoles pasado.
Antes que nada, sigo pensando que lo mejor que se puede hacer para aprender a dialogar es lo que le dije aquel día: dialogar, dialogar mucho. Si tienes una escaleta, comienzas a dialogar y lo mejor es hacerlo sin detenerse mucho en que quede perfecto, sino dejándote llevar. Cuando hayas escrito veinte o treinta páginas, ya habrás pillado el tono a tu personaje. Una vez que lo tengas todo, vuelves al principio y reescribes los diálogos. A esas alturas, ya sabrás cómo habla cada uno y qué quiere decir.
Ahora, vamos a algunas cosas más “de manual”.
Con las lógicas excepciones (una adaptación de La vida es sueño, por ejemplo, o una obra de arte y ensayo), los diálogos de ficción siempre tienden a la verosimilitud. Da igual que quien hable sea un trabajador de la mina que un superhéroe, un abogado que un elfo, todos deben transmitir verosimilitud. Fijaos que digo verosimilitud y no realismo, porque un diálogo no debe “ser” real, sino “parecer” real. Recuerdo que Javier Palmero contaba en un curso sobre guión que él intentó una vez transcribir diálogos grabados en una corrala de vecinos a un guión. Cuando aquello se rodó, sonaba todo tan falso que tuvieron que cambiarlo.
Los diálogos deben transmitir información, pero si son expositivos (por ejemplo, contando al otro algo que el otro ya sabe), son malos. Deben ser lo más corto posible. En Hospital Central tenemos una regla inamovible de no pasar de las tres líneas (y eso ya se considera mucho). Deben completar la acción, pero no redundando en ella, sino aportando algo nuevo o incluso ofreciendo un contrapunto. Un diálogo, por esto mismo, no siempre está diciendo lo que dicen las palabras, a veces hay un mensaje de fondo, el subtexto.
Como no me gusta hacer entradas muy largas y esta ya empieza a serlo, voy a terminar contando un “truco” para abordar una secuencia a la hora de dialogarla. Tenemos en la escaleta, como puro ejemplo inventado, que la Sec. 22 es: “Marta se encuentra con Luis en la cafetería y le dice que no va a cenar con él porque ha descubierto que Luis es un asesino en serie”. Podemos empezar la secuencia con Luis esperando y Marta entrando, con Luis y Marta ya hablando del tema, con Marta mirando por la cristalera sin atreverse a entrar, etc. Y podemos acabar con Marta diciendo “Sé que eres un asesino”, o con Luis reaccionando a esto, o con Marta saliendo por la puerta, o con Luis persiguiéndola, etc.
Con esto, lo que quería decir es que la escaleta nos da normalmente el objetivo de la secuencia, pero a la hora de escribir los diálogos tenemos que pensar dónde empezamos, qué objetivo tiene cada personaje dentro de la secuencia, qué actitud tiene cada uno, cómo cambia la actitud a lo largo de la secuencia, y cómo acaba. Lo mejor es “entrar tarde y salir pronto”, pero como toda regla, las excepciones son tan numerosas que podían formar otra regla.
Eso sí, en una secuencia, se debe entrar por una puerta y salir por otra. Si la acción no ha avanzado (o no hemos descubierto algo importantísimo sobre los personajes), la secuencia puede quitarse del guión sin problemas.
Suficiente por hoy. Si os ha parecido interesante, habrá segunda parte. Si no, perdón por el rollo.
Antes que nada, sigo pensando que lo mejor que se puede hacer para aprender a dialogar es lo que le dije aquel día: dialogar, dialogar mucho. Si tienes una escaleta, comienzas a dialogar y lo mejor es hacerlo sin detenerse mucho en que quede perfecto, sino dejándote llevar. Cuando hayas escrito veinte o treinta páginas, ya habrás pillado el tono a tu personaje. Una vez que lo tengas todo, vuelves al principio y reescribes los diálogos. A esas alturas, ya sabrás cómo habla cada uno y qué quiere decir.
Ahora, vamos a algunas cosas más “de manual”.
Con las lógicas excepciones (una adaptación de La vida es sueño, por ejemplo, o una obra de arte y ensayo), los diálogos de ficción siempre tienden a la verosimilitud. Da igual que quien hable sea un trabajador de la mina que un superhéroe, un abogado que un elfo, todos deben transmitir verosimilitud. Fijaos que digo verosimilitud y no realismo, porque un diálogo no debe “ser” real, sino “parecer” real. Recuerdo que Javier Palmero contaba en un curso sobre guión que él intentó una vez transcribir diálogos grabados en una corrala de vecinos a un guión. Cuando aquello se rodó, sonaba todo tan falso que tuvieron que cambiarlo.
Los diálogos deben transmitir información, pero si son expositivos (por ejemplo, contando al otro algo que el otro ya sabe), son malos. Deben ser lo más corto posible. En Hospital Central tenemos una regla inamovible de no pasar de las tres líneas (y eso ya se considera mucho). Deben completar la acción, pero no redundando en ella, sino aportando algo nuevo o incluso ofreciendo un contrapunto. Un diálogo, por esto mismo, no siempre está diciendo lo que dicen las palabras, a veces hay un mensaje de fondo, el subtexto.
Como no me gusta hacer entradas muy largas y esta ya empieza a serlo, voy a terminar contando un “truco” para abordar una secuencia a la hora de dialogarla. Tenemos en la escaleta, como puro ejemplo inventado, que la Sec. 22 es: “Marta se encuentra con Luis en la cafetería y le dice que no va a cenar con él porque ha descubierto que Luis es un asesino en serie”. Podemos empezar la secuencia con Luis esperando y Marta entrando, con Luis y Marta ya hablando del tema, con Marta mirando por la cristalera sin atreverse a entrar, etc. Y podemos acabar con Marta diciendo “Sé que eres un asesino”, o con Luis reaccionando a esto, o con Marta saliendo por la puerta, o con Luis persiguiéndola, etc.
Con esto, lo que quería decir es que la escaleta nos da normalmente el objetivo de la secuencia, pero a la hora de escribir los diálogos tenemos que pensar dónde empezamos, qué objetivo tiene cada personaje dentro de la secuencia, qué actitud tiene cada uno, cómo cambia la actitud a lo largo de la secuencia, y cómo acaba. Lo mejor es “entrar tarde y salir pronto”, pero como toda regla, las excepciones son tan numerosas que podían formar otra regla.
Eso sí, en una secuencia, se debe entrar por una puerta y salir por otra. Si la acción no ha avanzado (o no hemos descubierto algo importantísimo sobre los personajes), la secuencia puede quitarse del guión sin problemas.
Suficiente por hoy. Si os ha parecido interesante, habrá segunda parte. Si no, perdón por el rollo.
miércoles, enero 10, 2007
A fuego lento
Hace más o menos un año hablaba de que había tenido una idea para una novela. Me puse a darle vueltas, a pensar posibilidades, a definir personajes, a definir una estructura, a construir una especie de escaleta previa que contuviera ya todos los pasos fundamentales y, a eso de finales de marzo, por fin comencé a redactarla.
Supongo que hay muchas maneras de afrontar un reto así. Y supongo que el más adecuado es centrarte en la novela y dedicarle varias horas diarias (cuanto menos un par de ellas). Sin embargo, yo no quiero que la escritura de esta novela me obsesione, quiero divertirme cada vez que me siento, quiero compaginarlo con otras cosas...
Me siento a ratos. A veces varios días seguidos, a veces la abandono durante más de una semana, a veces escribo media página y lo dejo, a veces escribo cinco páginas del tirón. Por ahora dejo que sea ella la que decida, la que diga cuándo tiene que ser escrita. Y, está mal que lo diga pero lo digo, me está gustando el resultado. Tengo que pulir mucho el estilo, pero la historia me parece que funciona bastante bien.
A estas alturas, un año después de haber tenido la idea, voy por la mitad de la escaleta previa, con lo que supongo que podré cumplir mi propósito de tener una versión presentable para antes de que acabe el año. Ya os iré informando.
Por cierto, el tener la novela siempre presente en el pensamiento, pero sin agobios, cocinándose a fuego lento, es algo a veces mágico, porque me ha ocurrido ir andando y ser asaltado por una idea que cambia algo de lo que yo ya tenía predeterminado, o soñar con un pasaje de la novela y ver claramente que hay otra cosa que tengo que cambiar,...
A ver si me voy a volver loco ;-)
Supongo que hay muchas maneras de afrontar un reto así. Y supongo que el más adecuado es centrarte en la novela y dedicarle varias horas diarias (cuanto menos un par de ellas). Sin embargo, yo no quiero que la escritura de esta novela me obsesione, quiero divertirme cada vez que me siento, quiero compaginarlo con otras cosas...
Me siento a ratos. A veces varios días seguidos, a veces la abandono durante más de una semana, a veces escribo media página y lo dejo, a veces escribo cinco páginas del tirón. Por ahora dejo que sea ella la que decida, la que diga cuándo tiene que ser escrita. Y, está mal que lo diga pero lo digo, me está gustando el resultado. Tengo que pulir mucho el estilo, pero la historia me parece que funciona bastante bien.
A estas alturas, un año después de haber tenido la idea, voy por la mitad de la escaleta previa, con lo que supongo que podré cumplir mi propósito de tener una versión presentable para antes de que acabe el año. Ya os iré informando.
Por cierto, el tener la novela siempre presente en el pensamiento, pero sin agobios, cocinándose a fuego lento, es algo a veces mágico, porque me ha ocurrido ir andando y ser asaltado por una idea que cambia algo de lo que yo ya tenía predeterminado, o soñar con un pasaje de la novela y ver claramente que hay otra cosa que tengo que cambiar,...
A ver si me voy a volver loco ;-)
miércoles, septiembre 01, 2010
Proyectos
Hace mucho tiempo que no cuelgo una foto como la que pongo hoy aquí en esta entrada, muy reciente, tanto que es de esta misma tarde. Sí, se trata de post-its de colores. Sí se trata de un trabajo de escaleta. Y hasta aquí puedo leer.
Últimamente ando metido en proyectos junto con mis compañeros de Primera Versión, la sociedad de guionistas que creamos hace ya casi dos años. Lo malo de los proyectos es que no puedes hablar de ellos hasta que no salen. Y lo peor es que la mayoría no sale. Pero tienes que estar ahí, insistiendo, presentando proyectos propios y aceptando encargos que suelen ser bastante interesantes hasta que alguno vea la luz para el público.
La escaleta de la foto es para uno de estos proyectos en los que andamos metidos. No puedo decir más, sólo que si sale os enteraréis, aunque ya sabéis que las cosas de Palacio van despacio, y no creo que pueda contar nada hasta que pasen unos meses. En fin, paciencia y a ver si conseguís adivinar algo en la foto, que siempre es un ejercicio divertido.
Últimamente ando metido en proyectos junto con mis compañeros de Primera Versión, la sociedad de guionistas que creamos hace ya casi dos años. Lo malo de los proyectos es que no puedes hablar de ellos hasta que no salen. Y lo peor es que la mayoría no sale. Pero tienes que estar ahí, insistiendo, presentando proyectos propios y aceptando encargos que suelen ser bastante interesantes hasta que alguno vea la luz para el público.
La escaleta de la foto es para uno de estos proyectos en los que andamos metidos. No puedo decir más, sólo que si sale os enteraréis, aunque ya sabéis que las cosas de Palacio van despacio, y no creo que pueda contar nada hasta que pasen unos meses. En fin, paciencia y a ver si conseguís adivinar algo en la foto, que siempre es un ejercicio divertido.

domingo, julio 11, 2010
Dos formas de escribir (y séptima entrega de La Tapia)
Cuando escribí la novela El caso del hada falsamente ahogada, lo planifiqué todo muy bien, como se supone que se debe hacer. Comencé por saber el principio, el final y un par de puntos intermedios. Después me dediqué a crear los personajes principales. Con ellos creados, me hice una sinopsis de dos o tres páginas con la historia que más o menos quería contar. Después dividí la historia en sus puntos más importantes, introduje puntos de giro y momentos en que debía desvelar cierta información.
A partir de ahí, me hice una escaleta, como si fuera a escribir un guión en lugar de una novela. Y solamente después, con todo ese trabajo hecho, empecé a escribir. Durante el proceso de escritura, algunos puntos de la escaleta ya no me valían, otros tenía que ampliarlos, me tuve que desviar en algún momento, e incluso crear algún personaje con el que no contaba. Pero tenía un fuerte armazón al que agarrarme.
Ésa es una forma de escribir.
No mucho después escribí un relato largo que es el primer cuento de los que podéis encontrar en Maratón: la vida en cuarenta y dos kilómetros (y pico). Ahí la técnica fue la inversa. Sabía que quería escribir sobre lo que siente y piensa un corredor de maratón, pero nada más. Empecé por el pricipio y fue la propia historia la que me fue llevando. A veces yo mismo me sorprendía con lo que los personajes hacían, en serio.
Esta última técnica puede estar bien para un relato, pero no parece la más adecuada para una novela. Sin embargo, hace poco una idea sobre otra novela me rondaba por la cabeza. Cuando aún no la tenía muy madurada, conocí la existencia de megustaescribir.com y decidí casi en un arrebato que iba a publicar ahí la novela escribiendo una entrega cada semana, y que los lectores me ayudarían a encontrar el camino a seguir. Se llamaría La Tapia.
En esas estamos. Lo bueno de esta iniciativa, creo, es que puede aportar frescura. El peligro es llegar a un punto sin retorno, a un cruce en el camino en el que no sepamos por dónde tirar. Pero merece la pena. A mí la experiencia, de momento, me está gustando.
Todo este rollo viene a que la semana pasada prometí una entrega titulada "El regalo", pero como esta novela se hace poco a poco, otra titulada "Marcelo" se ha colado.
Podéis leerla, ya lo sabéis, pulsando AQUÍ.
A partir de ahí, me hice una escaleta, como si fuera a escribir un guión en lugar de una novela. Y solamente después, con todo ese trabajo hecho, empecé a escribir. Durante el proceso de escritura, algunos puntos de la escaleta ya no me valían, otros tenía que ampliarlos, me tuve que desviar en algún momento, e incluso crear algún personaje con el que no contaba. Pero tenía un fuerte armazón al que agarrarme.
Ésa es una forma de escribir.
No mucho después escribí un relato largo que es el primer cuento de los que podéis encontrar en Maratón: la vida en cuarenta y dos kilómetros (y pico). Ahí la técnica fue la inversa. Sabía que quería escribir sobre lo que siente y piensa un corredor de maratón, pero nada más. Empecé por el pricipio y fue la propia historia la que me fue llevando. A veces yo mismo me sorprendía con lo que los personajes hacían, en serio.
Esta última técnica puede estar bien para un relato, pero no parece la más adecuada para una novela. Sin embargo, hace poco una idea sobre otra novela me rondaba por la cabeza. Cuando aún no la tenía muy madurada, conocí la existencia de megustaescribir.com y decidí casi en un arrebato que iba a publicar ahí la novela escribiendo una entrega cada semana, y que los lectores me ayudarían a encontrar el camino a seguir. Se llamaría La Tapia.
En esas estamos. Lo bueno de esta iniciativa, creo, es que puede aportar frescura. El peligro es llegar a un punto sin retorno, a un cruce en el camino en el que no sepamos por dónde tirar. Pero merece la pena. A mí la experiencia, de momento, me está gustando.
Todo este rollo viene a que la semana pasada prometí una entrega titulada "El regalo", pero como esta novela se hace poco a poco, otra titulada "Marcelo" se ha colado.
Podéis leerla, ya lo sabéis, pulsando AQUÍ.
jueves, junio 14, 2007
Acelerón final

A principios de este año comenté que iba por la mitad de la escaleta previa, aunque más que escaleta tendría que llamarle estructura. Es cuiroso cómo las ocho páginas de apuntes van transformándose poco a poco en una historia hilada.
Pues en estos momentos estoy terminando el capítulo clave, el del clímax, el capítulo en que todo se aclara. Por primera vez tengo la sensación REAL de que voy a acabar. Tras el que estoy escribiendo ahora, me quedarán solamente tres por escribir (tal vez cuatro), en el que las cosas se precipitan hacia el final. Del clímax, al anticlímax. En menos de un mes, espero, tendré una versión cero. Después quedará un gran repaso a todo, puliendo incongruencias, cambiando detalles del principio que afectan al final, plantando antecedentes que no he plantado... Y tras eso, lo más trabajoso, reescribir todo, cuidar la sintaxis, pulir el lenguaje, dar unidad...
Ahora sí, ahora pienso que para navidades de este año, dos después de tener la idea, tendré la novela lista para su paseo por concursos y editoriales. Ya os contaré qué tal (Dios mediante, que se dice en mi pueblo).
martes, marzo 13, 2007
martes, julio 10, 2007
El guión de cada día
El otro día hablé del final de A tu lado y en los comentarios un par de personas me pidieron que explicara cómo es el trabajo de un guionista de un magazine de ese estilo. Aunque he pasado por algún que otro programa, sólo he escrito para dos diarios, así que en ellos dos me baso para contarlo.
La cosa empieza tras el café con una reunión de contenidos (en un programa de mañana esta reunión viene a ser poco después de las seis de la madrugada). Los redactores de cada sección hablan sobre las noticias que han llegado de las agencias, sobre las perspectivas de lo que puede pasar, sobre los invitados que van a venir, sobre los que iban a venir pero se han caído, etc., etc.
Con esta información y teniendo en cuenta las secciones fijas del programa (actualidad, entrevista, repaso al reality de turno -Gran Hermano, O.T., etc.-, testimonios, humor,...) se establece un orden, una especie de escaleta que será la que vertebre la emisión del día. Obviamente, a estas horas todo es susceptible de cambiar mil veces antes de que esté en el aire.
Tras esta reunión, el equipo de guión tiene otra en que se reparten las tareas y se piensan alternativas. Recuerdo, por ejemplo, que cuando yo estaba en A tu lado había que entrevistar a Dinio. Se nos ocurrió ponerle un casco de albañil, poner una hormigonera en el plató y que la entrevista se le hiciera mientras con un poco de cemento y unos ladrillos construía una tapia, para verlo trabajar al menos una vez en la vida. Tampoco es que fuera el colmo de la originalidad, pero quedó simpático.
El reparto de tareas consiste en asignar un bloque a cada guionista: uno se encarga de la entrevista al famoso de turno, otro de dar paso y continuidad a los vídeos del bloque de corazón, otro de dar paso y continuidad al vídeo del bloque de repaso al reality, otro u otros de hacer la parte de humor (cuando yo llegué había dos humoristas que después desaparecieron), etc., etc.
Los vídeos no lo montan ni escriben los guionistas, sino l@s redactores/as.
Para los colaboradores (ya sabéis, Kiko, Lydia Lozano y compañía) no se escribe guión, sino que se les informa de qué invitados van al programa y en una reunión con la dirección y los jefes de redacción, se acuerda de qué hablar con ellos. Ellos además, creo recordar, también proponen temas.
No quiero extenderme mucho que no me gustan los post largos. Básicamente lo que se hace entonces es escribir todo a letra Arial 16 para que el guión se pueda cortar y pegar en las tarjetas que lleva la presentadora. Aunque nosotros hubiéramos hecho una batería de preguntas y escrito unos pasos a vídeo más o menos ingeniosos (o eso se intentaba), la verdad es que la mayoría de las veces el guión era más una orientación para seguir un orden que un texto que se siguiera a rajatabla.
Eso sí, cuando ya estaba a punto de imprimirse, cuando ya creía que nos íbamos a comer, siempre ocurría algo, siempre fallaba un invitado o surgía una última hora que nos obligaba a seguir en la redacción. Raro era el día que comíamos antes de las cuatro de la tarde, porque aunque existía una rutina, todo el proceso era bastante dinámico y vivo.
Tras comer, cuando el programa ya estaba en emisión, solía haber un guionista en plató por lo que pudiera ocurrir y los demás nos poníamos a trabajar con las redactoras en el apartado de testimonios del día siguiente, que era lo único que podía cerrarse de un día para otro. Vamos, que sumando horas, salían bastantes.
Aunque he resumido, creo haber respondido a la pregunta de un lector (o lectora) anónim@ y de Sobreunanube.
La cosa empieza tras el café con una reunión de contenidos (en un programa de mañana esta reunión viene a ser poco después de las seis de la madrugada). Los redactores de cada sección hablan sobre las noticias que han llegado de las agencias, sobre las perspectivas de lo que puede pasar, sobre los invitados que van a venir, sobre los que iban a venir pero se han caído, etc., etc.
Con esta información y teniendo en cuenta las secciones fijas del programa (actualidad, entrevista, repaso al reality de turno -Gran Hermano, O.T., etc.-, testimonios, humor,...) se establece un orden, una especie de escaleta que será la que vertebre la emisión del día. Obviamente, a estas horas todo es susceptible de cambiar mil veces antes de que esté en el aire.
Tras esta reunión, el equipo de guión tiene otra en que se reparten las tareas y se piensan alternativas. Recuerdo, por ejemplo, que cuando yo estaba en A tu lado había que entrevistar a Dinio. Se nos ocurrió ponerle un casco de albañil, poner una hormigonera en el plató y que la entrevista se le hiciera mientras con un poco de cemento y unos ladrillos construía una tapia, para verlo trabajar al menos una vez en la vida. Tampoco es que fuera el colmo de la originalidad, pero quedó simpático.
El reparto de tareas consiste en asignar un bloque a cada guionista: uno se encarga de la entrevista al famoso de turno, otro de dar paso y continuidad a los vídeos del bloque de corazón, otro de dar paso y continuidad al vídeo del bloque de repaso al reality, otro u otros de hacer la parte de humor (cuando yo llegué había dos humoristas que después desaparecieron), etc., etc.
Los vídeos no lo montan ni escriben los guionistas, sino l@s redactores/as.
Para los colaboradores (ya sabéis, Kiko, Lydia Lozano y compañía) no se escribe guión, sino que se les informa de qué invitados van al programa y en una reunión con la dirección y los jefes de redacción, se acuerda de qué hablar con ellos. Ellos además, creo recordar, también proponen temas.
No quiero extenderme mucho que no me gustan los post largos. Básicamente lo que se hace entonces es escribir todo a letra Arial 16 para que el guión se pueda cortar y pegar en las tarjetas que lleva la presentadora. Aunque nosotros hubiéramos hecho una batería de preguntas y escrito unos pasos a vídeo más o menos ingeniosos (o eso se intentaba), la verdad es que la mayoría de las veces el guión era más una orientación para seguir un orden que un texto que se siguiera a rajatabla.
Eso sí, cuando ya estaba a punto de imprimirse, cuando ya creía que nos íbamos a comer, siempre ocurría algo, siempre fallaba un invitado o surgía una última hora que nos obligaba a seguir en la redacción. Raro era el día que comíamos antes de las cuatro de la tarde, porque aunque existía una rutina, todo el proceso era bastante dinámico y vivo.
Tras comer, cuando el programa ya estaba en emisión, solía haber un guionista en plató por lo que pudiera ocurrir y los demás nos poníamos a trabajar con las redactoras en el apartado de testimonios del día siguiente, que era lo único que podía cerrarse de un día para otro. Vamos, que sumando horas, salían bastantes.
Aunque he resumido, creo haber respondido a la pregunta de un lector (o lectora) anónim@ y de Sobreunanube.
martes, julio 21, 2009
Tecleando mecido por la brisa automática de un ventilador Bluesky
La pizarra que veis tenía hasta hace unos días notas para hacer la escaleta del segundo capítulo que escribo de la nueva serie en la que trabajo: De repente, los Gómez. No lo he dicho antes no por nada, ya que no era un gran secreto, sino porque no veía el por qué.
Tampoco es que hoy lo vea, pero estoy escribiendo el capítulo nueve, necesitaba hacer una pausa y me he venido al blog. ¿Y sobre qué voy a hablar si no es sobre lo que ahora mismo ocupa mi cabeza? Pues eso.
He borrado la pizarra y sólo he dejado a mi viejo amigo Maki para hacerme compañía. En el fondo, si lo pienso un poco, el protagonista masculino de la serie guarda algún parecido, incluso físico, con este personaje.
En fin, voy a dar un paseo por el piso, abrir el frigorífico y empezar a preparar el almuerzo. Y en septiembre, espero que veáis la serie.
Ah, del título mejor no hablamos, ¿vale?
lunes, octubre 09, 2006
El miércoles es viernes
Enfrascado en la escaleta del último capítulo de la decimo segunda temporada (y no preguntéis nada, que no pienso adelantar ni mu), esta semana se emite el primero que mi compañero Juan Algarra y yo escribimos para ella: Sangre de mi sangre.
Va a ser una emisión un tanto atípica, porque el jueves es fiesta, con lo que la noche del miércoles invita a salir a la calle, a cenar con los amigos, a un cine, a unas cañas, y no a quedarse en casa viendo la tele.
Y sin adelantar nada sobre las tramas, diré que el título hace referencia a algo que todas (o casi) tienen en común: son historias de padres e hijos, madres e hijas, hermanos, matrimonios que llevan juntos tanto tiempo que parecen tener ya la misma sangre... En fin, historias de familia (lo que podía haber sido otro título).
Va a ser una emisión un tanto atípica, porque el jueves es fiesta, con lo que la noche del miércoles invita a salir a la calle, a cenar con los amigos, a un cine, a unas cañas, y no a quedarse en casa viendo la tele.
Y sin adelantar nada sobre las tramas, diré que el título hace referencia a algo que todas (o casi) tienen en común: son historias de padres e hijos, madres e hijas, hermanos, matrimonios que llevan juntos tanto tiempo que parecen tener ya la misma sangre... En fin, historias de familia (lo que podía haber sido otro título).
jueves, septiembre 06, 2007
Un día después de Un año después
Ya está. Ayer empezamos temporada. A finales de mayo contaba que acababa de entregar la escaleta del capítulo 191, que fue el que se emitió ayer. Eso quiere decir que estaba trabajando en él desde mediados. Como véis han pasado más de tres meses desde que escribimos el guión hasta que el capítulo se ha emitido, por lo que muchos detalles sobre su origen se van diluyendo en la memoria selectiva.
El recurso de comenzar un año después fue algo decidido por todo el equipo de guionistas en las reuniones de pizarra. Al principio íbamos a ser mucho más bestias (parejas cambiadas, bodas que habían ocurrido sin que las viéramos, incluso nos llegamos a plantear cambios de sexo, je, je). Pero después fuimos suavizando la cosa hasta que quedó tal y como lo encontrásteis ayer. En una primera versión, por ejemplo, Claudia y Aimé ya habían cortado, pero fue la propia cadena la que nos pidió ver esa ruptura, no escatimarla. Y creo que fue una decisión acertada. Elia Galera está muy bien en esa secuencia.
Recuerdo que me lo pasé muy bien escribiendo los dos personajes nuevos, Rai y Lola, porque aún no tenían cara. Aunque los perfiles estaban ya escritos, al ser la primera vez que aparecían me permitía ir creando al personaje un poco más a través de sus diálogos y sus expresiones. Creo que estos dos personajes os van a gustar.
Por cierto, Vero tampoco tenía cara cuando escribimos este capítulo.
El recurso de comenzar un año después fue algo decidido por todo el equipo de guionistas en las reuniones de pizarra. Al principio íbamos a ser mucho más bestias (parejas cambiadas, bodas que habían ocurrido sin que las viéramos, incluso nos llegamos a plantear cambios de sexo, je, je). Pero después fuimos suavizando la cosa hasta que quedó tal y como lo encontrásteis ayer. En una primera versión, por ejemplo, Claudia y Aimé ya habían cortado, pero fue la propia cadena la que nos pidió ver esa ruptura, no escatimarla. Y creo que fue una decisión acertada. Elia Galera está muy bien en esa secuencia.
Recuerdo que me lo pasé muy bien escribiendo los dos personajes nuevos, Rai y Lola, porque aún no tenían cara. Aunque los perfiles estaban ya escritos, al ser la primera vez que aparecían me permitía ir creando al personaje un poco más a través de sus diálogos y sus expresiones. Creo que estos dos personajes os van a gustar.
Por cierto, Vero tampoco tenía cara cuando escribimos este capítulo.
jueves, marzo 22, 2007
Miscelánea
Misión cumplida, escaleta rehecha, aprobada y dispuesta para pasar a convertirse en guión. Pero como aún así no tengo mucho de lo que hablar ahora mismo os dejo dos o tres cositas.
Primero, una entrevista que le hacen a Lluis Marco en 20 minutos y en la que habla entre otras cosas de MIR y Hospital Central. Aquí está.
Segundo unos valiosos y sencillos consejos que nos da El guionista hastiado para que seamos si no mejores personas, al menos sí mejores guionistas (o más efectivos). Aquí los podéis leer.
Y para terminar, en Vayatele, nos cuentan que HBO busca sustituto para Los Soprano. Difícil lo tiene. Pinchando lo leeréis.
Nada más, por ahora.
Primero, una entrevista que le hacen a Lluis Marco en 20 minutos y en la que habla entre otras cosas de MIR y Hospital Central. Aquí está.
Segundo unos valiosos y sencillos consejos que nos da El guionista hastiado para que seamos si no mejores personas, al menos sí mejores guionistas (o más efectivos). Aquí los podéis leer.
Y para terminar, en Vayatele, nos cuentan que HBO busca sustituto para Los Soprano. Difícil lo tiene. Pinchando lo leeréis.
Nada más, por ahora.
jueves, julio 05, 2007
De despedidas y contratos relámpago
Ya no queda nada. Se acaba A tu lado. Para los espectadores es sólo el fin de un programa, pero es algo más, mañana varios amigos míos se unen a las listas de INEM. Así es la tele. Sabes que estás en un entorno laboral bastante inseguro, en la que es raro que tengas un contrato que dure más de tres meses, pero de pronto encuentras algo a lo que te agarras durante años y comienzas a comprender un poco qué es eso de la estabilidad laboral. Pero no hay que fiarse, es televisión y todo (salvo Informe Semanal o Saber y Ganar) tiene un final.
Yo también trabajé como guionista de A tu lado. Fue hace tres años y pico, casi cuatro ya. Y ahora que se acaba puedo contar una anécdota sobre cómo fue mi contratación para que quien no trabaje en la tele entienda un poco en qué terreno nos movemos los trabajadores del medio. Puede quedarme un poco largo, no lo sé, pero me lanzo.
Yo me quedé sin trabajo un mes de junio más o menos. Después me surgió alguna posibilidad de trabajar en un programa del corazón, pero había tenido mis primeros escarceos con la ficción y preferí seguir intentándolo por esa vía. Nada. Alguna llamada para alguna prueba (como una para una futura serie que por aquel entonces se llamaba "Aquí no hay quien duerma"), alguna esperanza frustrada, pero nada. Así que cuando tras más de tres meses parado me llamaron de A tu lado para ofrecerme trabajar como guionista, acepté. Hablé con la coordinadora de guión (a la que ya conocía), e inmediatamente pasé a una entrevista con Ramstad que son los que contratan al personal en Tele5. Tuve que rellenar fichas con mi curriculum, responder a preguntas, aceptar las condiciones del contrato (sin firmarlo aún, que no estaba redactado), etc., etc. Todo listo. Empezaba a trabajar tres días después. Pero en la tele (no sé si en otros sectores ocurre lo mismo) nunca empiezas a trabajar con el contrato firmado. Normalmente te lo pasan cuando ya llevas alguna semana metido en faena.
Así que allí me presento yo en mi primer día de trabajo. Me presentan a otros miembros del equipo, al director, a las redactoras, y me explican un poco el sistema de trabajo. Al principio de la mañana se tiene una reunión en la que están los guionistas, las jefas de redacción, el director y subdirectora, producción y realización. Se habla de contenidos y se plantea una especie de escaleta previa con la que todos nos ponemos a trabajar. Ya enterado, veo que todos empiezan a entrar en la reunión, pero que a mí se me acerca la Productora del programa. Me quiere decir algo. Me cuenta que todo es un lamentable error, pero que no van a contratarme. Yo, obviamente, creo que se trata de una novatada y bromeo: "¿Dónde están las cámaras?". Pero ella, muy seria, me dice que no es broma, se me ha contratado estando ella de vacaciones y no ha dado permiso. No van a contratar a nadie. Me quedo de una pieza y le pido explicaciones. Me dice que tiene una reunión, que me espere. Se meten en la reunión de contenidos y me dejan ahí plantado, completamente perdido. Algunas redactoras se acercan a presentarse y yo les digo: "Bueno, encantado, pero acaban de despedirme". También creen que es broma, "qué tipo tan cachondo". "No, no - les digo-os hablo en serio. Acaban de decirme que no me contratan, con lo tranquilito que estaría yo ahora en la cama".
Salen de la reunión y la coordinadora de guión (amiga mía) tiene que sufrir el terrible trago de explicarme que la productora se niega a contratar a nadie, pero que parece que La Quinta Esfera (un concurso que en aquel entonces iba después en parrilla) se iba a caer. Si eso sucedía, A tu lado pasaría a durar una hora más, con lo que necesitarían otro guionista, entonces me llamarían.
Así que me fui a visitar a mis compañeros de Freemantle (donde yo había trabajado antes) que tienen las oficinas cerca de Tele 5, a contar la situación tan surrealista por la que acababa de pasar. Contratado y despedido el mismo día, y ni siquiera me pagaron el autobús...
(Bueno, La Quinta Esfera cayó efectivamente mes y pico después y volvieron a llamarme, pero esa es otra historia que quizá cuente en otro momento).
Yo también trabajé como guionista de A tu lado. Fue hace tres años y pico, casi cuatro ya. Y ahora que se acaba puedo contar una anécdota sobre cómo fue mi contratación para que quien no trabaje en la tele entienda un poco en qué terreno nos movemos los trabajadores del medio. Puede quedarme un poco largo, no lo sé, pero me lanzo.

Así que allí me presento yo en mi primer día de trabajo. Me presentan a otros miembros del equipo, al director, a las redactoras, y me explican un poco el sistema de trabajo. Al principio de la mañana se tiene una reunión en la que están los guionistas, las jefas de redacción, el director y subdirectora, producción y realización. Se habla de contenidos y se plantea una especie de escaleta previa con la que todos nos ponemos a trabajar. Ya enterado, veo que todos empiezan a entrar en la reunión, pero que a mí se me acerca la Productora del programa. Me quiere decir algo. Me cuenta que todo es un lamentable error, pero que no van a contratarme. Yo, obviamente, creo que se trata de una novatada y bromeo: "¿Dónde están las cámaras?". Pero ella, muy seria, me dice que no es broma, se me ha contratado estando ella de vacaciones y no ha dado permiso. No van a contratar a nadie. Me quedo de una pieza y le pido explicaciones. Me dice que tiene una reunión, que me espere. Se meten en la reunión de contenidos y me dejan ahí plantado, completamente perdido. Algunas redactoras se acercan a presentarse y yo les digo: "Bueno, encantado, pero acaban de despedirme". También creen que es broma, "qué tipo tan cachondo". "No, no - les digo-os hablo en serio. Acaban de decirme que no me contratan, con lo tranquilito que estaría yo ahora en la cama".
Salen de la reunión y la coordinadora de guión (amiga mía) tiene que sufrir el terrible trago de explicarme que la productora se niega a contratar a nadie, pero que parece que La Quinta Esfera (un concurso que en aquel entonces iba después en parrilla) se iba a caer. Si eso sucedía, A tu lado pasaría a durar una hora más, con lo que necesitarían otro guionista, entonces me llamarían.
Así que me fui a visitar a mis compañeros de Freemantle (donde yo había trabajado antes) que tienen las oficinas cerca de Tele 5, a contar la situación tan surrealista por la que acababa de pasar. Contratado y despedido el mismo día, y ni siquiera me pagaron el autobús...
(Bueno, La Quinta Esfera cayó efectivamente mes y pico después y volvieron a llamarme, pero esa es otra historia que quizá cuente en otro momento).
jueves, marzo 26, 2009
Escribir es terminar
En Abcguionistas viene como noticia que Manu Chao dice que tiene varios guiones, pero ninguno terminado. Según este titular, yo corrijo la noticia: Manu Chao no tiene ningún guión.
Escribir un guión no es tener la idea para una historia (¿cuánta gente se acerca a decirte que tiene la mejor historia del mundo, que si a él le dejaran sí que haría una buena película, o una buena serie?). Tampoco es esbozarla (comenzar a darle forma a esa historia es difícil, pero atractivo). Ni siquiera es llegar a la escaleta. Escribir un guión es poner el último punto (y reescribirlo después todo, claro). Esa gente que empieza mil guiones y no acaba ninguno, no tiene ningún guión.
Lo difícil es llegar al final, ofrecer un documento que puedas dar a leer, dar por concluido tu trabajo. Lo difícil es saber cuándo acabar.
Escribir un guión no es tener la idea para una historia (¿cuánta gente se acerca a decirte que tiene la mejor historia del mundo, que si a él le dejaran sí que haría una buena película, o una buena serie?). Tampoco es esbozarla (comenzar a darle forma a esa historia es difícil, pero atractivo). Ni siquiera es llegar a la escaleta. Escribir un guión es poner el último punto (y reescribirlo después todo, claro). Esa gente que empieza mil guiones y no acaba ninguno, no tiene ningún guión.
Lo difícil es llegar al final, ofrecer un documento que puedas dar a leer, dar por concluido tu trabajo. Lo difícil es saber cuándo acabar.
miércoles, julio 16, 2008
La carga del Diablo
Dentro de muy poquito comienza el capítulo 217 de Hospital Central titulado "La carga del Diablo". Como ya sospecháis, tuve el honor de escribirlo junto a mi compañero Juan. Pero desde aquello ya hemos escrito dos capítulos más y ahora mismo estoy enfrascado en la escaleta de un tercero, por lo que, para ser sinceros, no tengo claros recuerdos sobre el origen de las tramas y todas esas cosas que me gusta comentar.
Cuando lo vea esta noche mi memoria se refrescará - espero - y podré responder a alguna que otra pregunta.
Cuando lo vea esta noche mi memoria se refrescará - espero - y podré responder a alguna que otra pregunta.
domingo, junio 05, 2011
Memorias pasadas por agua
En septiembre del año pasado os hablaba de un proyecto del que no podía contar nada, y colgaba una foto con los post-its con los que elaborábamos la escaleta.
Las cosas de la tele van muy despacio, ya se sabe, pero el pasado día 23 al fin comenzó a grabarse la miniserie La memoria del agua, que es precisamente en lo que estábamos metidos.
Se trata de una adaptación fiel pero libre a la vez de la novela homónima (cómo me gusta decir eso) de Teresa Viejo. Dos capítulos con una historia llena de romanticismo, nostalgia, misterio e intriga.
En septiembre del año pasado no podía decir nada porque nunca se sabe si estos proyectos se terminarán de cerrar. Lo cierto es que nosotros hemos disfrutado adaptando la novela, sobre todo porque se nos ha permitido ser muy libres, no ceñirnos a la letra, sino al espíritu.
En resumen es la historia de un suceso acaecido en el balneario La Isabela allá por 1927. Un balneario que después quedó sepultado bajo las aguas de un pantano.
No sé si hay fecha de emisión prevista, en cuanto sepa algo os lo cuento. Y espero que veáis la miniserie. Pasaré lista.
Las cosas de la tele van muy despacio, ya se sabe, pero el pasado día 23 al fin comenzó a grabarse la miniserie La memoria del agua, que es precisamente en lo que estábamos metidos.
Se trata de una adaptación fiel pero libre a la vez de la novela homónima (cómo me gusta decir eso) de Teresa Viejo. Dos capítulos con una historia llena de romanticismo, nostalgia, misterio e intriga.
En septiembre del año pasado no podía decir nada porque nunca se sabe si estos proyectos se terminarán de cerrar. Lo cierto es que nosotros hemos disfrutado adaptando la novela, sobre todo porque se nos ha permitido ser muy libres, no ceñirnos a la letra, sino al espíritu.
En resumen es la historia de un suceso acaecido en el balneario La Isabela allá por 1927. Un balneario que después quedó sepultado bajo las aguas de un pantano.
No sé si hay fecha de emisión prevista, en cuanto sepa algo os lo cuento. Y espero que veáis la miniserie. Pasaré lista.
miércoles, mayo 30, 2007
Juego de identidades
Acabo de entregar la escaleta del capitulo 191 (primero de la temporada 14), así que tengo un par de horas para volver al blog antes de que el coordinador nos indique los cambios que estime oportuno. Y como hoy se emite un capítulo escrito por el señor Juan Algarra y por mí mismo, pues voy a hacer como otras veces y voy a comentar, simplemente, el título: Juego de identidades.
Recuerdo que cuando estábamos escribiendo el guión (en mi cabeza suena a que fue allá por el pleistoceno), andaba yo leyendo una de las novelas de la saga Canción de hielo y fuego, supongo que Tormenta de espadas. O si no, la había acabado hacía poco. El caso es que me apeteció realizar un modesto homenaje a una historia que tan buenos ratos me estaba haciendo pasar (y que espero que siga haciéndolo). La primera opción fue utilizar los nombres de los personajes, pero me parecían demasiado extraños, incluso castellanizándolos, así que lo que hice fue poner un título que se parecía algo a la primera novela de la saga: en lugar de Juego de Tronos, Juego de identidades.
Y ahora, ¿por qué "identidades"? Pues porque de eso va el capítulo. Una de las reflexiones metafísicas de toda la vida ha sido intentar dar respuesta a la pregunta "¿quiénes somos?". Hoy no es que vayamos a dar esa respuesta, pero sí veremos a personas que se hacen esa pregunta, a personas que esconden una identidad tras su apariencia pública, o a personas que descubren no ser quiénes creían ser.
Y hasta aquí puedo leer.
Recuerdo que cuando estábamos escribiendo el guión (en mi cabeza suena a que fue allá por el pleistoceno), andaba yo leyendo una de las novelas de la saga Canción de hielo y fuego, supongo que Tormenta de espadas. O si no, la había acabado hacía poco. El caso es que me apeteció realizar un modesto homenaje a una historia que tan buenos ratos me estaba haciendo pasar (y que espero que siga haciéndolo). La primera opción fue utilizar los nombres de los personajes, pero me parecían demasiado extraños, incluso castellanizándolos, así que lo que hice fue poner un título que se parecía algo a la primera novela de la saga: en lugar de Juego de Tronos, Juego de identidades.
Y ahora, ¿por qué "identidades"? Pues porque de eso va el capítulo. Una de las reflexiones metafísicas de toda la vida ha sido intentar dar respuesta a la pregunta "¿quiénes somos?". Hoy no es que vayamos a dar esa respuesta, pero sí veremos a personas que se hacen esa pregunta, a personas que esconden una identidad tras su apariencia pública, o a personas que descubren no ser quiénes creían ser.
Y hasta aquí puedo leer.
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