Se me acaba de borrar un post justo en el momento en que le iba a dar a publicar. Como no sé dónde está el limbo de los post perdidos, intentaré contar lo mismo de nuevo.
Contaba que nunca lo había dicho antes, pero yo trabajo en Hospital Central. Sin desvelar nada sobre el argumento, contaré que acabamos de volver de un viaje a Guatemala en el que hemos grabado parte de un capítulo de la próxima temporada (acepto sobornos).
Antes de llegar a Guatemala, teníamos que hacer escala en Miami. Copio parte de una especie de diario que escribí durante el viaje.
"Poco antes de llegar a Miami nos avisan de que el aterrizaje va a ser un poco accidentado. ¡Vaya si lo es!
Aquello baja a golpes, se mueve para todos sitios. Mi estómago se va a la boca. Agarro la bolsa para vomitar, por si acaso. No vomito, pero me entra un sudor frío, pierdo sensibilidad en las manos, me hormiguean los brazos. Tiemblo como un teléfono en el modo vibrador.
Conseguimos aterrizar, pero sigo muy enfermo. El comandante no sabe cuándo podremos salir del avión. Llueve a mares".
Vaya que si llovía, resulta que habíamos aterrizado en la panza del huracán Katrina. El aeropuerto se cerró tras nuestra llegada, todos los vuelos anulados. Y a nosotros nos mandaron a un hotel.
Estando en el hotel, el huracán arreció. Bajamos a tomar unas cervezas al bar y poco a poco fuimos testigos de algo nunca visto por mí. El agua entraba a chorros por las puertas y ventanas ¡cerradas!. Del techo empezaban a caer también chorros de agua. Las placas se caían. El viento amenazaba con tirar abajo los cristales. El ascensor dejó de funcionar, el sistema eléctrico fallaba.
Pero eso sí, en el bar servían la copa especial del día: el Cocktail Katrina.
Y terminaba diciendo que ellos son así.
El Katrina desde mi ventana
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