Esta noche he ido al cine. Mi primera intención fue ir a ver Tiempo de valientes, pero al llegar al cine, nos dijeron que el aire acondicionado sólo funcionaba al cincuenta por ciento. Sospechando que si te avisan es porque las salas seguramente serían un infierno, decidimos dejar la película para otra ocasión y buscar algo en un cine cercano. Vimos la cartelera de El juego de los idiotas y decidimos que una comedia francesa podía ser buena opción. Gran error.
Los idiotas del título (del español, porque en francés no aparecen) no son otros que los espectadores que pagamos seis euros por ver semejante engendro. La cosa no tiene ni pies ni cabeza empezando por el planteamiento. El presidente de una importantísima empresa tiene una amante que es una top model cotizadísima, de las mejores del mundo. Un paparazzi les hace una foto justo cuando están cortando (ya se sabe, ella quiere que deje a su mujer) y para que su mujer no lo deje (puesto que es la accionista mayoritaria de las empresas) idean que en verdad ella estaba con alguien que aparecía en la foto por casualidad y hacen que ella se vaya a vivir a casa de él, para simular que están viviendo una relación. Podía parecer buen argumento, pero es que a la modelo la convencen a base de talonario. Yo, a partir de ahí, ya no me creía nada. No sé cuánto gana una top model (recordemos, de las más cotizadas del mundo), pero me imagino que unos euros no son motivo suficiente para que acepte algo así.
Pero es que no es sólo eso, los chistes están tan preparados que se ven venir a kilómetros. Los personajes unas veces actúan de una forma, otras de otra... Y, lo peor de todo, las cosas se solucionan cuando al señor guionista-director se le antoja, porque le sale de ahí.
Vamos, una comedieta para olvidar rápidamente (¿por qué no se podrá pedir que devuelvan el dinero de la entrada?).
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