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lunes, octubre 24, 2005

Racismo en la piel

Creo que ya no hay nadie que siga diciendo eso de que en España no somos racistas. Ahora que ya sí hay gente de otras culturas y otras razas entre nosotros el racismo, desgraciadamente, va creciendo.

El sábado pasado asistí a un momento de racismo callejero, de racismo "a flor de piel", nada de violencia ni de organización, sino de simple ignorancia y falta de respeto.

Iba yo en un autobús, cuando el conductor estuvo a punto de pasarse una parada en la que sólo había una persona esperando, pero finalmente paró. La persona era una señora de unos cincuenta años, negra. Como el autobús no había parado, esta señora hizo algún comentario, nada exagerado, la típica queja de cualquier consumidor. El conductor, ni corto ni perezoso, le saltó a la yugular, le dijo que lo que tenía que hacer era darle las gracias por haber parado y, sobre todo, decir al menos "buenas tardes". La señora, que no había entrado enfadada, se enfadó entonces. Dijo que no entendía que tuviera que dar las gracias por parar en donde tenía que parar y, sobre todo, dijo que estaba harta de dar las "buenas tardes" sin obtener una respuesta a cambio, que siempre lo decía y que está harta de ver malas caras y gente amargada haciendo su trabajo. Empezó a murmurar su inconformidad, como hubiera hecho cualquier ama de casa blanca de esas que murmuran a todas horas. Pero ella era negra.

En la siguiente parada, un anciano encorbatado se levantó para bajarse y le dijo: "Señora, cállese ya y váyase a su país". Al instante me sentí muy violento. Por suerte, un joven que había junto al viejo le dijo que eso no se decía, que esa señora había venido a España a trabajar. Así lo corroboró la señora: tengo carnet español y llevo dieciocho años en España trabajando de nueve de la mañana a ocho de la tarde.

Desgraciadamente, ese viejo no va a cambiar de opinión. Para él aquella mujer sólo era una negra que encima de que consigue un trabajo tiene la desfachatez de quejarse. Si por él hubiera valido, le hubiera dado con un látigo en la espalda.

Es un lugar común, pero como es cierto, lo repito. Ya nadie se acuerda de que aquí salió mucha gente a buscar un trabajo en el extranjero. ¿Por qué ahora nos asusta tanto un color de piel diferente?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hombre, no compares. Cuando los españoles se iban a Alemania lo hacían con un contrato firmado y no se sabe de ninguno al que le diera por delinquir. Compara eso con la situación actual.

Zero Neuronas dijo...

No me extraña que con ese pensamiento no firmes tu comentario. Yo sé de muchos españoles que delinquen en España. ¿También hay que echarlos a todos los españoles por eso? Y advierto que si te da por contestar, yo no voy a entrar más al trapo, digas lo que digas. Lo siento, pero no es mi juego.

Anónimo dijo...

Espero que el 'amigo' anónimo no se vea nunca en una situación tan desesperada como para tener que salir de su país, jugándose, literalmente, la vida (no como pasa en las pelis, sino de verdad)
No nos gustan los tópicos que dicen que los españoles somos vagos y poco trabajadores, así que tampoco generalicemos con los demás, tengan el color de piel que tengan. Alucino que haya gente que piense así a estas alturas de siglo.