Hace muchos años (cuando digo muchos, digo veinte) fui a ver La cantante calva de Eugene Ionesco en un montaje de un grupo amateur. En aquella época yo mismo pertenecía a un grupo de teatro y aquella obra me impactó. Me pareció algo totalmente genial.
Ayer fui a ver esta misma obra en un montaje de Yllana. Aunque mi recuerdo del anterior montaje ess muy vago, puedo establecer en mi memoria una diferencia muy clara.
Lo que vi hace veinte años era muy fiel al texto. Habían optado por una realización realista en la que destacaba el absurdo de los diálgos por sí mismos, sin apoyo escénico. El salón inglés era un auténtico salón inglés, con su mesita, sus flores, su teléfono... En aquel escenario tan real, nos sorprendían los diálogos como un puñetazo en la cara. Y era divertido.
Sin embargo, el montaje de Yllana tiende más hacia el clown, y creo que han acertado. En el escenario sólo hay un enorme sofá que ya de por sí empequeñece a los personajes, y la actuación (estupendos todos los actores) también va en esa dirección. Todo es exagerado, los gestos toman casi tanta importancia como las palabras, las miradas hablan por sí solas... Y nos descoloca, nos desubica, pero nos hace reír a carcajadas.
En concreto, hubo un monólogo con una interrupción tan absurda que me provocó un ataque de risa que tuve que contener para no armar un escándalo. He encontrado ese fragmento en una página web. Leído no tiene tanta gracia, pero en el teatro Alfil la carcajada fue general.
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