
Hace muy poquito, decía que estaba sumergido en las últimas páginas de Jonathan Strange y el señor Norrell. Pues bien, ayer mismo me lo terminé. Sólo quiero reiterar la misma opinión. Ahora que lo he acabado, me queda una especie de vacío, porque sé que cuando hoy llegue a casa ya no me estará esperando para que siga leyendo.
Estas cosas pasan, pero por suerte hay más libros que botellines de Cruzcampo (¿o ese dicho se aplicaba a las mujeres?).
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