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viernes, noviembre 13, 2009

El que manda, corrige

Me acabo de leer una pequeña novela de juventud de Juan Eslava Galán, La muerte de la abuela. En su primera página me llamó la anteción una frase concreta: "Se repite el cotidiano milagro del amanecer".

¿Por qué me llamó la atención? Sentaos cómodamente, que os lo explico.

A mediado de los noventa yo me ganaba la vida escribiendo guiones para empresas, corporaciones, instituciones, congresos, órganismos públicos, etc. etc. Uno de los encargos que recibí fue el guión de un audiovisual para el centro de interpretación de los Montes de Toledo. La cosa la organicé usando la figura de un anciano que iba explicándole (voz en off) a su nieto las maravillas de aquella zona. En un momento dado, el anciano comenta que el paraje es un lugar privilegiado para contemplar "el maravilloso milagro de la puesta de sol". Pues bien, el guión lo tenía que leer y aprobar un tipo de no sé qué consejería, un político con cierto rango no recuerdo ahora si del gobierno autonómico o de la diputación provincial.

Cuando el tipo leyó esta frase, me comentó que eso estaba mal.

- La puesta de sol no es ningún milagro - me aclaró-. Es un hecho perfectamente explicable científicamente.

Y aunque no os lo creáis, comenzó a explicarme que la Tierra gira sobre su eje y bla, bla, bla. Yo, atónito, tuve que pararle y decirle que ya sabía eso, que lo de "milagro" era una simple licencia poética. Y, aunque no lo creáis tampoco, tuve que recurrir a que cuando se habla de "dientes de perla" tampoco uno piensa que los dientes son de perla. Aún así, el tipo me dijo que lo quitara.

Pero no acabó ahí la cosa. Poco después, el anciano decía que por allí se paseaba la "graciosa perdiz". El tipo me dijo que a él la perdiz no le hacía ninguna gracia. Yo tuve que aclararle que así como cuando se dice "su Graciosa Majestad" tampoco se hace referencia a que nos riamos del rey, en este caso "graciosa" hacía referencia a "grácil, ágil" o incluso a simplemente, algo agradable de ver. No se lo creía y fue a buscar un diccionario. Menos mal que el diccionario me dio la razón.

En verdad, eso era lo de menos, al fin y al cabo sólo se refería al estilo de escritura. Podría contar mil anécdotas de gente de empresa corrigiendo cosas de los guiones que os alucinarían. Pero eran los que pagaban y no le podías llevar demasiado la contraria, porque no estaban acostumbrados a que la gente lo hiciera.

Lo terrible de todo, es que esta gente no trabajaba en el mundo audiovisual, pero ahora sigo oyendo comentarios igual de alucinantes de gente que sí lo hace.

3 comentarios:

4M dijo...

Pero ¿la gente que supervisaba eso venían de supervisar manuales de instrucciones de electrodomésticos o algo así? Ciertamente he oído a algún escritor famoso por su buen empleo de las sensaciones en el lenguaje, decir que en un guión los adjetivos son dinero, pero esto es demasiado ¿no? Ya sabemos que los guiones tienen que ser objetivos, pero si de lo que se trataba era de explicar las maravillas de la zona, la cosa tenía su justificación ¿no?

Collectible Soul dijo...

Me gusta como cuentas la anecdota. Eso de la "graciosa perdiz" que no le hacia ninguna gracia me hizo reir.

Gracias por compartir!

Small Blue Thing dijo...

Te gano por la última: "oye, Blue, muy completa la revisión, pero cuando te pedí que corrigieras los diálogos no me refería a MIS diálogos".

Cuando no es un señor de una Consejería, sino, como dices al final, un profesional de esto, es que algo estamos haciendo mal, pero mal.