El sábado por la noche, por eso de pasar el puente encerrado en casa, salí a dar una vuelta y acabé en el teatro. Fuimos a ver una obra titulada "Y... radiamos humor", en el Teatro Galileo.
Eché un buen rato con la obra y me reí con ganas en algunos momentos, aunque la verdad es que cometía dos pecados: su irregularidad (momentos muy divertidos y otros un poco más flojos) y su corta duración (sólo una hora exacta). Pero, a pesar de esos pecados, no me arrepentí de haber ido, puesto que alguna que otra carcajada compensaba lo demás.
Sin embargo, había algo que sí me sacaba un poco de la obra y de la que los autores-actores no tienen la culpa: el recuerdo de sus referentes. Inevitablemente, algunos momentos me recordaban al famoso sketch de Martes y Trece y su empanadilla de Móstoles. No digo que lo hicieran de manera consciente, pero una llamada de un ama de casa a un programa de madrugada en el que todo se lía y la señora pone un acento andaluz y una voz aguda...
En otros momentos, esos líos a la hora de leer una radionovela me remitían inevitablemente a Les Luthiers. Y es muy difícil superar a Daniel Rabinovich en esos menesteres de lectura atropellada.
Ya digo que eché un buen rato y me lo pasé bien, pero el recuerdo de los referentes es un lastre para la obra porque los referentes son demasiado buenos. Y como he hablado de Les Luthiers, dejo aquí un trocito de una actuación que me hizo partirme de risa cuando los vi en directo. Dura un cuarto de hora, pero si tenéis tiempo, merece la pena.
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