A estas alturas ya no sé si esto es cosa de Gallardón, de Aguirre, o de la Cólera de Dios, pero lo que está pasando en Madrid con el tráfico no tiene nombre. Esta misma tarde, una soleada tarde de domingo, decidimos salir a dar un paseo por el centro. Por la puerta de mi casa pasa un autobús que nos lleva allí. Como las autoridades competentes siempre nos aconsejan usar el transporte público y yo soy muy obediente, pues allá que nos pusimos a esperarlo. Por suerte, no tardó mucho en venir, por mala suerte, digo...
Porque en cuanto el bus se acercó al Paseo de Extremadura (hoy sin mis queridos Vigilantes del carril bus), se quedó allí detenido sin manera de ir ni hacia delante ni hacia atrás. El atasco que se ha montado en esta calle y en el Paseo de la Virgen del Puerto un domingo por la tarde no ha tenido nada que envidiar al peor atasco de la peor hora punta.
Lo dicho, no sé si Gallardón cerró alguna carretera, si volcaron cien camiones, o si a todos los madrileños les ha dado hoy por sacar sus coches a la vez, pero la gente no puede aguantar mucho en estas condiciones, que la paciencia tiene un límite...
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