En el primer fin de semana del mes es una tradición propia dar un paseo por la Fnac y similares paseando mi vista por todas las novedades. Esta mañana, en un día de lluvia (perfecto para los pantanos, no tanto para mi gotera recién arreglada, o no) he cumplido con esta tradición.
A mis manos ha llegado la primera temporada de una serie que descubrí gracias a compañeros de trabajo: Arrested development. Con la anoranza de Enredo en la cabeza, esta serie puede considerarse una muy digna sucesora.
Yo, que soy más bien dado a ver las series capítulo a capítulo, sin atracones, acabo de tragarme los tres primeros de ésta (bueno, duran veinte y pocos minutos) más un making off y parte del piloto con los comentarios. Es una serie de esas que, si te gustan, te enganchan, y si no te gustan, te parecen un bodrio. Por suerte, pertenezco al primer supuesto.
Si en Enredo se contaba la historia de dos partes de una familia (o eso creo recordar), los ricos y los pobres, en ésta sólo nos hace falta una parte, porque ricos y pobres son los mismos.
Un humor que mezcla lo surrealista, lo absurdo, lo físico y lo improvisado, una realización que se basa en cámaras al hombro y dejar que los actores deambulen por donde les parezca, sin marcas, un uso recurrente al fuera de campo para crear chistes, un montaje dinámico, con constantes flash backs y una voz en off que da unidad a todo han propiciado una serie que voy a seguir disfrutando (espero). Ya os contaré.
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