Ayer hablaba del parto del capítulo 148 de Hospital Central, y de cómo el niño empezaba a andar por sí mismo. Pero tuve un imperdonable fallo. El mismo día que el 148 echaba a andar, nacía alguien mucho más importante, la hija de mi primo del alma. Nacía MACARENA. Aquí corrijo este fallo y le doy públicamente la enhorabuena a los papis y abuelos y la bienvenida a Macarena.
Pero además, quería hacer otra reflexión sobre la vísión de un capítulo escrito por uno mismo. Cuando llega ese día, sientes ciertos nervios. Esperas y deseas que guste, que la gente aprecie tus intenciones, que a tus compañeros también les guste, y al día siguiente esperas el dato de audiencia como cuando ibas a ver la nota de un examen. El dato del 148 fue muy bueno.
Pero ahí se acaba todo. Una vez que se ha emitido y has aprobado, es agua pasada. Escribir para una serie es como hacer una carrera. Siempre estás examinándote, siempre estás preparándote para la próxima prueba, siempre hay exámenes. Y siempre hay nervios.
No hay tregua.
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