Sentía la necesidad, casi la obligación, de decir algo sobre el movimiento 15M en este blog. Pero no me atrevía porque no tenía una opinión muy clara al respecto. Para ver si me la formaba, esta mañana me fui a dar una vuelta por Sol, o más bien por la Plaza de la Solución.
Tampoco es que ahora tenga una idea muy clara, pero puedo contar lo que he sentido metido el centro de todo, bajo los toldos azules.
Lo primero que me sorprendió es que no hay caos en la zona. La gente va de compras por la calle Arenal o por la calle Preciados como si nada. Los turistas y grupos escolares visitan la Puerta del Sol como cualquier otro día. La zona de acampada sólo ocupa unos metros alrededor de la estatua, nada grave para una plaza acostumbrada a autobuses de donación de sangre, predicadores, grupos de música, mítines políticos, manifestaciones, redadas y cámaras de Callejeros.
Después, vi que había mucha gente haciendo fotos, no sólo periodistas, sino curiosos (como yo mismo) o turistas, que se llevan un recuerdo diferente de un país que "is diferent". Todo en un ambiente agradable, como de día posterior a un concierto en cualquier gran festival.
Lo que pasa es que estaba en un festival, lo que pasa es que no sólo había jóvenes y "perroflautas". Vi también mucha gente mayor, unos preguntando, otros sentados con los jóvenes, gente también indignada con la situación de los últimos años, porque la indignación no tiene edad.
En fin, que tras dar una vuelta, creí entender que este movimiento no tiene el objetido dar un golpe de Estado, ni de destruir el mobiliario urbano, ni de quemar banderas, ni de presentar una lista alternativa. Entonces, ¿por qué le tienen miedo los políticos? A lo mejor porque ven el germen de un despertar. A lo mejor porque no están acostumbrados a que los ciudadanos manifiesten sus opiniones en público y los medios de comunicación les den cobertura.
En alguna radio he oído que se trata de jóvenes hijos de papá que están allí un rato y después van a ducharse a sus casas de clase media. No entiendo por qué eso es una crítica. ¿Es que un chico de clase media o media-alta no tiene derecho a indignarse? A lo mejor es que las protestas de los realmente pobres les parecen mejores porque creen que basta con seguir haciéndoles el vacío o dejarles caer algunas migajas. No sé.
Yo el fin de semana estaré en Castellón presentando El caso del hada falsamente ahogada, así que he tenido que votar por correo, y ya lo he hecho. Yo no puedo reflexionar, esta gente no puede cambiar mi voto, pero eso no importa. Lo que importa es que este movimiento no quede en una calentura de unos días, que sirva para algo, que no lo veamos como algo que han hecho unos pocos y que los políticos del futuro inmediato tengan en cuenta que la gente de la calle ya no está dispuesta a aguantarlo todo.
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