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domingo, abril 22, 2007

La importancia de las palabras

Lo que sucede es que hay personas que no muestran el menor interés por el idioma. Creen que la lengua es una institución externa, que los gramáticos imponen sus reglas a los hablantes como si fueran legisladores o como si los principios de la gramática fueran normas de tráfico o de derecho mercantil. Es una opinión extendidísima. Es una pena que sean tan pocos, proporcionalmente, los que comprenden que las palabras no son el envoltorio de las ideas, sino el material del que están hechas.

Sabias palabras de Ignacio Bosque que aparecen en El País de hoy. A quien le interese mínimamente el tema del lenguaje, le recomiendo leer la entrevista completa.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la referencia, los burocratismos cada día nos aturden más.

Miss Julie dijo...

A Bosque le tuve como profesor en la Facultad, daba "Lexicografía y semántica" y recuerdo sus clases horrorosas. Creo que ni me llegué a presentar con él y cambié de profe al curso siguiente. NO puedo decir que la culpa fuese de él, al menos no del todo, pero si es verdad que tuve asignaturas "coñazos" y difíciles, auténticos huesos de la carrera, que logré aprobar con buena nota (Notable) gracias al buenísimo profe que la daba: Historia del español I y II o Teoría de la Literatura.
Siento no haber sabido apreciar a Igancio Bosque en su momento, pero nunca es tarde. Gracias por darme la oportunidad de reconciliarme con él.

Anónimo dijo...

La lengua es algo vivo, en constante cambio. La hacemos los hablantes cada día. Me hacen gracia los que dicen que el latín es una lengua muerta (yo soy profesora de latín y griego), pero ¡si hablamos latín cada día! El latín está muy vivo, ha cambiado, pero sigue aquí y nos enriquece. Sin cambio la lengua no existe y muchas veces la rigidez de las reglas no hacen sino frenar un cambio enriquecedor y necesario

Anónimo dijo...

I studied some Latin and Greek in college but maybe the focus of the course or the teachers' approach to our learning didn't effectively get the classic languages many new fans.Actually the focus on our own mother tongue was quite political rather than grammatical. We were told that language is what people make of it and we should simply accept the fact that language segmentation was an inevitable groundbreaking social commitment. By wanting them to follow the dominant classes' rules (a.k.a teach them traditional grammar) we would be just another brick in their wall (my words, not theirs but it pretty much explains it all).I believe inclusion lies in teaching everyone the right language codes to guarantee effective communication in any "caste" of society,rather than accept we live in a fairy-tale democratic babel where everyone can choose their version of the same language.

Anónimo dijo...

Hola,soy María, la "profe" de latín. Me gusta mucho este tema. A mí me ha molestado mucho siempre la lamentable identificación que se ha hecho muchas veces del latín con las "derechas" o con la Iglesia. La Iglesia tomó el latín como lengua oficial (y no es un latín clásico, es bastante macarrónico) pero el latín existe desde mucho antes.

En latín escribieron Horacio, Catulo, Propercio, Tibulo, Juvenal, Plauto... Y el griego es la lengua entre otros de Safo y Alceo. Supongo que todo depende del enfoque que se le de a su enseñanza, pero su conocimiento da a la persona una base humanística, que le ayuda a pensar por sí mismo, a no dejarse llevar por las corrientes. En la facultad, a los de "clásicas" siempre se nos consideraba como los más rebeldes, contestatarios e inconformistas. ¡El latín es patrimonio de todos y no de una minoría!

Perdonad mi rollo.

Zero Neuronas dijo...

Es curioso. Pensaba que este post no iba a generar ningún comentario, y me encuentro con cinco. Al final va a ser que el lenguaje sí que nos interesa.
Ah, Miss Julie, ¿no estarías tú en la clase en la que Bosque dice que salió dando un portazo? :-)

Miss Julie dijo...

Ja, ja, ja... No, en esa no estuve, pero en más de una la que se quedó con ganas de salir dando un portazo fui yo. ¡Buff!

Creo que vino de Berkeley o de donde fuera con un rollo que aquí no molaba mucho, a lo mejor es que era un adelantado a su tiempo y nosotros no estabamos a la altura. Es posible que sea así, pero me fastidia no haber aprendido nada de alguien tan guay.