
A veces un pensamiento se vuelve contra ti. Cuando veía anunciar por la tele la cosa esa de
Night of the proms, yo me preguntaba "¿quién coño irá a ver esa horterada?". Pues, ¿sabéis quién estaba entre el público asistente?. Sí, un seguro servidor.
El caso es que tras volver de comer por ahí y de una visita compulsiva a la FNAC, estaba dispuesto a pasar la noche del sábado tranquilamente en casita, cuando recibí la llamada de un amigo. "Me han regalado entradas para Night of the proms, ¿te vienes?". Mi primera reacción fue un
NO con unas mayúsculas enormes, pero me lo pensé y me dije: "gratis... bueno, total, será mejor que quedarse en casa".
Y lo fue, pero porque me di cuenta de la enorme influencia que tiene la tele en la cultura. El espectáculo está pensado como si fuera una gala para televisión, con su presentador que intenta ser simpático y didáctico a la vez, con su simplificación de todo, con su pausa que casi sonó a intermedio para publicidad, con sus luces en el escenario al estilo José Luis Moreno...
El espectáculo mezcla pasajes de música clásica con música pop (por si alguien no lo sabía). Y... bueno, lo mismo que en el concierto de
Kiko Veneno me lo pasé en grande, en éste solté bastantes bostezos.
Sólo en un programa de televisión se pueden meter en el mismo saco Stravinski, los Gypsy Kings, ahora llamados Chico & The Gypsies, un vals (pidiendo al público que lo bailaran y el público ¡¡¡lo bailaba!!!), Mecano, El Barbero de Sevilla, Tears for Fears, Bizet, Mike Oldfield...
Pero bueno, parecía que por lo menos el público que estaba abajo se lo pasaba bien.
Y una última cosa que no tiene nada que ver con la música. Durante todo el rato tenía la sensación de que iba a aparecer Rajoy para poner el broche de oro a la gala. Cosas mías.