
Pero lo que más me llamó la atención es la decisión en cuanto al tono. Mientras la lectura de la novela está cargada de ironía, de humor, de intriga, incluso de costumbrismo, la adaptación opta por un tono lóbrego, casi de género de terror, omitiendo por completo cualquier concesión a los demás.
En una adaptación siempre me había planteado que lo importante era la elección de qué personajes quitar y cuáles añadir, de qué tramas dejar y cuáles cambiar, pero me he dado cuenta que la elección del tono es tan importante como las decisiones argumentales. La misma novela se podía haber adaptado escogiendo sus partes humorísticas o costumbristas. Y habría sido igual de válida.
En definitiva, como ejercicio es bastante recomendable ver una adaptación justo después de haber leído la novela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario