El otro día conté una vieja anécdota a una amiga. Os la cuento y después os digo por qué.
Como toda buena historia, comienza con un "hace ya muchos años", pero es que fue así, hace ya muchos años, en la época en que yo acababa de terminar mis estudios, pusimos un contestador automático en el teléfono. Era una época tan antigua que no teníamos móviles ni existía el servicio contestador de Telefónica.
En aquellos contestadores, tú podías grabar el mensaje que quisieras. A mí me gustaba poner mensajes supuestamente ingeniosos e ir cambiándolos cada pocos meses. Uno de ellos decía algo así:
"Ahora mismo un tipo fuerte, calvo y de dos metros y pico me tiene atado y me está apuntando con una escopeta de cañón recortado, por lo que me resulta un poco difícil contestarte. Deja tu mensaje después de la señal, a ver si puedo oírlo algún día. Y si puedes hacerme el favor de llamar a la policía..."
¿Dónde está la anécdota? No, nadie llamó a la policía. De hecho, esa última frase no sé si estaba o es un recuerdo inventado. La anécdota está en que mucha, muchísima gente, me decía "Qué gracia el mensaje ese que has puesto en tu contestador del NEGRO que te está apuntando con una escopeta".
¿Negro? ¿Qué negro? ¿A vosotros también os ha pasado? ¿También os habéis imaginado que el tipo era negro? Si os fijáis, no hacía ni una sola referencia al color de su piel. Qué cosas tiene nuestro cerebro... Lo curioso es que cuando oímos una historia, la tenemos que visualizar, y me da a mí que el cine norteamericano nos ha influido en eso mucho más de lo que pensamos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Pues te aseguro que yo he pensado en un tipo descomunal pero caucásico a más no poder. Es más, me he imaginado a alguien especialmente blanco, no sé por qué.
Debe ser que la muestra de mis amigos no es sociológicamente significativa, je je. Pero no deja de resultar curioso cómo cada uno pone una imagen en su cabeza usando todos sus referentes ante un texto escrito.
Publicar un comentario