En todas las librerías y grandes almacenes nos hacen una pequeña rebaja para incentivar que compremos libros ( da igual si después los leemos o no), se habla de libros en los medios (esperemos que sin faltas de ortografía), nos regalamos libros entre parejas y amigos, y pronto comenzará la enésima lectura del Quijote.
Para aportar mi granito de arena, hoy voy a hablar de un libro que acabo de comenzar a leer.
Soy bastante aficionado a Murakami (una interesante entrevista aquí). De hecho, creo haber leído todos sus libros publicados en castellano a excepción de La caza del carnero salvaje. También soy bastante aficionado a correr. Si seguís este blog, ya os habréis dado cuenta.
Por eso, nada mejor que unir estas dos aficiones en De qué hablo cuando hablo de correr, lo último aparecido en España del autor japonés.
Se trata de una especie de particulares memorias en las que Murakami cuenta por qué corre, cómo se siente cuando lo hace, cómo se entrena, en qué piensa durante sus carreras. A la vez, va desgranando datos sobre su vida, sus negocios, cómo empezó a escribir novelas tardíamente, sus pensamientos sobre esto y aquello.
Llevo aún pocas páginas y ya me voy encontrando con una personalidad un tanto particular (como sus novelas), pero con pasajes en los que, como corredor aficionado, me siento bastante identificado.
Nunca he tenido especial interés en competir con los demás para ver quién gana o pierde. Y esta tendencia no ha cambiado, en general, al hacerme adulto. En este y en otros ámbitos, no me preocupa en exceso si gano o me ganan. Me interés más ver si soy o no capaz de superar los parámetros que doy por buenos. Y, en este sentido, las carreras de fondo encajan perfectamente con mi mentalidad.
Al hilo de esta reflexión, desgrana poco después un interesante comentario:
Lo mismo cabe decir respecto del trabajo. En la profesión de novelista (al menos para mí) no hay victorias ni derrotas. Tal vez el número de ejemplares vendidos, los premios literarios, o lo buena o malas que sean las críticas constituyan una referencia de los logros obtenidos, pero no lo considero una cuestión esencial. Lo más importante es si lo escrito alcanza o no los parámetros que uno mismo se ha fijado, y frente a eso no hay excusas. Ante otras personas, tal vez, uno pueda explicarse en cierta medida. Pero es imposible engañarse a uno mismo. En este sentido, escribir novelas se parece a correr un maratón. Por explicarlo de un modo básico, para un creador la motivación se halla, silenciosa, en su interior, de modo que no precisa buscar en el exterior ni formas ni criterios.
Palabra de Murakami.
Al hilo de esto. Sigue a la venta Maratón: la vida en cuarenta y dos kilómetros (y pico), mi particular visión de esta prueba en forma de diez relatos que transcurren en el mismo maratón.
2 comentarios:
Pues vaya con murakami. Yo sólo me he leído una novela, pero me has dado ganas de empezar a leer el resto para coger con información estas memorias.
Yo te recomiendo otra, que seguro que Guille a leído.
Las extraordinarias aventuras de Kavalier y Clay, de Michael Chabon.
Un tocho, sí, pero interesante.
Aupa la buena lectura y los corredores-escritores.
Pd.
Espero que en prox carreras pienses en GROWIN, que le echo de menos!
Buffy
Yo también he leído Las extraordinarios aventuras de Kavalier y Clay. (y dejé constancia aquí: http://zeroneuronas.blogspot.com/2008/06/el-cmic-como-redencin.html.
De hecho, después de leerla, busqué y compré comics de El Escapista. Tengo varios en casa, pero no te los dejo porque son un poco decepcionantes.
Pienso en Growyn, pero se me ha metido por medio otra novela en la cabeza, así que no sé, tal vez vaya para largo la segunda entrega.
Nos vemos el jueves, ¿no?
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