Yo pertenezco a la generación que creció sin ordenador y, si me apuras, casi sin máquina de escribir. La primera que entró en mi casa fue una de esas Olivetti Lettera portátiles, de plástico blanco y teclas negras que se dejaban entrelazadas las letras cuando apretabas más de dos a la vez.
En la facultad, tampoco usé el ordenador. Siempre escribía todo a mano, lo tachaba en páginas emborronadas, escribía en los márgenes y sólo me iba a la máquina cuando ya todo estaba listo para “pasarse a limpio”.
Por eso, durante mucho tiempo tenía asociado el acto creativo, el momento más íntimo de la escritura, con la mano. Todos los pensamientos fluían directamente del cerebro al papel a través de un bolígrafo, en contacto físico y directo con las palabras.
Cuando comencé a usar el ordenador habitualmente (y hablo ya del año 93 ó 94) la herramienta simplemente me facilitaba el trabajo, pero no me servía como elemento creativo. Antes de teclear en la pantalla, tenía que haber escrito algo a mano. Era totalmente incapaz de escribir directamente en el programa informático. Incluso guardo por ahí algún guión escrito completamente a mano.
Poco a poco, fui desterrando el bolígrafo del acto creativo. A veces tenía que volver a él cuando me atascaba, y funcionaba. Pero estas veces cada vez se repetían con menos frecuencia (no porque me atascara menos, sino porque volver al bolígrafo perdió su efectividad).
Y ahora, es raro que comience a escribir algo a mano. Obviamente tomo notas y apunto ideas, pero cuando me decido a escribir algo de la nada, abro un documento de Word, le doy un nombre tipo: “La Casa Encantada apuntes” y tecleo directamente todo lo que se me va viniendo a la cabeza. Puedo abrir tres, cuatro, cinco documentos diferentes con ideas, notas, pre-sinopsis, esquemas, documentación cortada y pegada desde páginas de internet y muchas cosas más antes de tener claro por dónde quiero ir. Pero ya no lo hago a mano. Los documentos quedan guardados en el ordenador. Lo normal es que ni vuelva a echar un vistazo a la mayoría de ellos, pero han sido muy útiles en el proceso y sin ellos probablemente no habría llegado a nada.
Ahora, cuando intento escribir a mano, me siento torpe y lento. Y rápidamente echo de menos un teclado.
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5 comentarios:
el ser humano es un animal de costumbres
Pero las correcciones más importantes, ¿no necesitas imprimir y hacerlas sobre papel con un boli?
En eso tienes razón. Sobre el papel impreso sí que se emborrona con boli rojo, se tachan párrafos enteros, se añaden frases... Ahí sí que es imposible hacerlo sobre pantalla.
De hecho, muchas veces en pantalla incluso se te pasa alguna palabra mal escrita que te salta a los ojos en cuanto la ves en papel.
Antonio ,yo pasé de la mano (rotulador o pluma, no boli) al ordenador, casi sin pasar por la máquina de escribir. Odiaba la máquina de escribir porque implicaba "pasar a limpio" tenerlo todo muy claro, a pesar de que tenía una convencional y luego una eléctrica con cinta correctora que era una porquería. Empecé a utilizar el ordenador justo el mismo año que tú, pero desde el principio, sí lo utilicé para empezar desde cero un escrito y como Victor dice también necesito imprimir , hacer a boli y luego pasar, a diferencia de como me pasa en los posts, que así me salen llenos de errores y correcciones.
Fascinante mundo el de las manías y costumbres de la escritura.
A mí también me pasó lo mismo Antonio. Me encantaba escribir en papel y bolígrafo. Probé una vez en el Word pensando que no me iba a resultar nada fácil. Y fue menos difícil de lo que creía, aunnque es verdad que hay que echarle muchas correciones. Escribes muchas cosas mal ortograficamente hablando, por lo menos yo,jiji.
En cualquier caso, me siento cómodo y fluido escribiendo en el ordenador, otra cosa es lo que diga mi espalda y mis cervicales.;-)
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