Tras llegar en vuelo directo a Burdeos, alquilamos un coche y los tres nos plantamos en Nantes en un periquete. Digo los tres porque el tercer compañero de viaje, inseparable, fue nuestro GPS, insusituible. Oye, que le dices que te lleve a la puerta del hotel, y el tipo sabe cómo ir por el camino más corto.
En Nantes sólo íbamos a estar día y medio, pero es tiempo más que suficiente para ver la ciudad. El centro histórico está bastante bien (abajo os pongo tres fotos de ejemplo), y la ciudad parece agradable para vivir, pero lo que más me llamó la atención fue la Isla de las máquinas.
Para mí visitar la Isla de las Máquinas fue como sumergirme en un viaje por el tiempo, en volver a ese momento de la infancia en que aún crees en la fantasía. Todo tiene un aire retro, un aspecto futurista y antiguo a la vez. Os pongo un par de fotos del taller.
Creo que siguen construyendo máquinas. De ser así, dentro de no mucho Nantes será muy visitada por la espectacularidad del proyecto que parecen estar acometiendo. Como muestra os dejo un momento del paseíto del enorme elefante.
Y nada, tras una comida y un café, volvimos a coger el coche, a sacar el GPS de su funda (él apenas probaba bocado) y partimos rumbo a Saint-Maló.
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1 comentario:
El GPS es fundamental en los viajes, no sé como antes viajabamos y llegabamos a los destinos...esos planos de copiloto, esás discusiones con la parienta....ja,ja...
Tiene buena pinta Nantes, habrá que apuntarla en visitologo..
Un saludo
Quique
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