El quinto día de viaje amaneció soleado, así que paseamos un poco por Saint-Malo antes de partir rumbo a Lorient.
La primera parada en el camino fue Rennes, capital de la Bretaña Francesa. El centro histórico se puede ver en un par de horas, y conserva todo el encanto de lo viejo. En algún que otro rinconcito podías llegar a imaginar que estás en un decorado de una película o que viajas en el tiempo, pero sólo en ese rinconcito, claro está. A la vuelta de la esquina te encuentras con el presente.
Tras comer en Rennes, cogimos carretera y manta. A mitad de camino volvimos a parar en Josselin, un pequeño pueblo famoso por su barrio medieval y, sobre todo, por su castillo, considerado uno de los más bellos de Bretaña. En la foto podéis apreciarlo desde el campanario (uno de los pocos sitios en que no pedían dinero para entrar).
La tarde empezaba a estropearse y la omnipresente lluvia volvía a aparecer. Cogimos el coche y nos encaminamos a Lorient, donde se celebraba en esos momentos el 39º Festival Intercéltico. Lorient debe ser uno de los lugares más feos de Bretaña (y eso no lo sabíamos), así que entrar en esta ciudad con aspecto industrial y sucio en un dia plomizo y lluvioso tras haber estado contemplando en los días previos lugares cargados de encanto fue un poco traumático. Al parecer, los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial destrozaron su casco urbano, y la reconstrucción no ha sido muy acertada.
Pero no importaba, porque tras una reparadora ducha y haciendo caso omiso a la lluvia, fuimos al Festival Intercéltico, que se celebra en varias carpas y numerosos puestos repartidos alrededor del puerto. Ahí la cosa mejoró notablemente. El ambiente es genial y aunque a mí no me gusta especialmente la música celta, merece la pena ir.
Esa noche encontramos un grupo irlandés más o menos tradicional con una violinista y cantante que merece la pena escuchar:
También, como la edición estaba dedicada a Galicia, resultaba sorprendente el mestizaje que vimos en la carpa Gallega:
Y, cómo no, los asturianos, siempre presentes vayas a donde vayas, tenían su propia carpa en la que pudimos entretenernos con sus bailes típicos:
Mañana, más.
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