El sexto día lo comenzamos visitando el puerto de Lorient (como dije prácticamente lo único que merece la pena de la ciudad) y el Festival de la mañana. Tras unas compras y ver un poco a un dúo gallego que daba un concierto/clase, cogimos el coche rumbo a Carnac.
El tiempo iba mejorando poco a poco. De hecho, tras pasear y almolzar en Carnac-Ville, bajamos hasta Carnac-Plage y vimos sus playas atestadas de gente porque el sol había hecho acto de presencia con bastante fuerza. Llevábamos bañadores en el maletero, pero no llegamos a bañarnos en ese momento.
Partimos hacia la zona de los megalitos, que no son más que miles de menhires dispuestos en formación en dos o tres puntos estratégicos. No deja de resultar algo curioso de ver.
En el mapa comprobamos la que península de Quiberon estaba cerca, y sin tener referencia alguna, decidimos que seguramente resultaría un lugar interesante, así que hacia allá que nos fuimos. Para que os hagáis una idea os dejo aquí el enlace a Google Maps donde podéis apreciar su forma.
Llegamos a Quiberon por esa carretera completamente recta y atravesando por el Istmo de Penthievre, desde donde se ve el océano a ambos lados de la carretera. Visitamos Port Haliguen (primera foto) y a pesar de que eran casi las nueve de la tarde, como el sol aún tenía recorrido, no pudimos resistir la tentación de darnos un bañito en su playa (segunda foto).
Tras la vuelta al hotel y reparadora ducha, volvimos a disfrutar del Festival Intercéltico, donde seguimos escuchando música, viendo actuaciones unas programadas y otras espontáneas (como la del vídeo a continuación).
Y nada más, tras comer un bocadillo de sardina ahumada al estilo tradicional, una cerveza y disfrutar de la música, a dormir.
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