A la semana de viaje, era nuestro último día en Lorient. Por la mañana fuimos hacia el Golfo de Morbihan, pero parando antes en Auray, un pueblecito situado junto a una ría. Un paseo por este pueblo también merece la pena, pero sobre todo por su puerto (Puerto de St. Goustan). Al parecer allí hizo una visita Benjamin Franklin en 1776, y todavía la casa en que durmió luce orgullosa esa condición.
De ahí partimos hacia Vannes, punto de partida de una excursión en barco por el Golfo de Morbihan que habíamos reservado ya la víspera. Esta vez nuestra comida se redujo a un enorme bocata, porque no había tiempo para mucho más. La excursión de cuatro horas y pico nos llevó por el interior de este golfo (vuelvo a dejar enlace al Google Maps)desde Vannes hasta rodear la Isla de los Monjes y vuelta a Vannes. La vista agradecía perderse en esa inmensidad de agua y pequeñas islas.
Tras el paseo, recorrimos las calles de Vannes, lo que supuso una agradable sorpresa. Es una ciudad que conserva un centro medieval fortificado, numerosas casas típicas y bastantes rincones muy agradables.
Tras el paseo, cenamos en un la terraza de un restaurante moderno con comida que mezclaba lo moderno y lo tradicional a un precio razonable: el A L'aise Breizh Café, que por cierto es el restaurante de una marca de camisetas (llevo una en la foto).
Tras cenar con vistas a la ría, de vuelta a Lorient y al Festival.
Por ser la última noche que nos quedábamos, encontramos muy buenas y diferentes actuaciones. Desde una expecie de teatro experimental en el que dos personas que viven en pisos contiguos se encuentran y enamoran a través de la musica:
Hasta un grupo canadiense que metió mucha marcha a la noche.
Y tras tanto ajetreo, a dormir.
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