Aquellos hombres locos

Ayer empecé a ver el debate. Pero a los veintitantos minutos me dije: "Todo esto, ¿no es lo mismo que la semana pasada?". Así que, como me aburría, encendí ese maravilloso aparatito que es el reproductor multimedia y me puse el tercer capítulo de Mad men.

No he hablado antes esta serie porque cuando vi el primer capítulo me gustó bastante, pero el segundo se me hizo pesado. Por eso quería ver el tercero. Mi veredicto es favorable. También me gustó.

No es una serie que atrape, que te mantenga en vilo. Es más una serie para disfrutar reposadamente, sin prisas. Está ambientada en los años sesenta y, para mí, la mayor pega es que los referentes son demasiado norteamericanos. En ese sentido es una especie de Cuéntame en el que los de allí podrán recordar las cervezas en lata de la época (que se abrían haciéndole dos agujeritos con un abrelatas), los anuncios (algo sobre lo que gira toda la serie, por algo se trata de una agencia de publicidad), las modas, el estilo de vida, las costumbres, los programas de la tele... Pero a los de aquí, nos da un poco igual.

Aparte de eso, la serie pretende retratar la marcada diferencia de los mundos masculino y femenino de la época. Encontramos amor, cuernos, discriminación, enfermedades, personajes trepas, y, lo mejor de este tipo de series, ningún personaje que sea "el bueno".

Y encima, de vez en cuando se trata el proceso creativo.

Eso sí, cuando acabé de verla, volví al debate. Salió un hombre imitando a George Clooney y otro hablando de una niña que tenía dentro de su cabeza. Creía que seguía viendo "Mad men".