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viernes, agosto 17, 2012

Y yo con estos pelos

¿Terminando el 17 de Agosto y yo sin haber escrito ni una entrada en el blog? ¿Qué está pasando aquí?

Hace dos o tres meses hice un curso sobre marketing en las redes sociales y una de las primeras cosas que nos dijeron fue que hay que tener un blog y escribir mucho en él. Me propuse retomar este espacio de escritura con asiduidad. Pero no ha sido así. Algo publico, pero no con la frecuencia que me era habitual.

¿Por qué? Bueno, estos días la culpa la tienen las vacaciones (o más bien debería decir los viajes a casas familiares, que no dejan tiempo para trastear demasiado en internet). Pero, ¿y antes?

Cuando me metí en Facebook, pensaba que esta red era para mi blog como se decía que iba a ser la tele para el cine. Y así fue, no tuvo ninguna incidencia. En verdad, escribía lo mismo o más porque lo que publicaba en blogger salía también en Facebook.

El verdadero enemigo de los blogs (o del mío al menos) es twitter. Antes, si me quería meter con Ana Botella (la alcaldesa, no la escritora) me curraba un poco un par de parrafitos (o tres, o cuatro, según diera el tema). Y me quedaba tan a gusto. Pero ahora, si me quiero meter con ella, me bastan y me sobran con 140 caracteres. Entonces, ¿para qué más?

El problema es que me gusta escribir, y prefiero cinco párrafos a ciento cuarenta caracteres. Pero el otro problema es que también soy un poco vago (o como dijo una vez un amigo mío, soy el vago más trabajador que conozco). Y escribir un tweet es mucho más rápido que escribir una parrafada. O debería serlo.

Por el camino se han quedado historias que me hubiera gustado escribir y que han sido plasmadas en un simple tweet. Como aquella de mi abuelo cuando se plantaba con un vaso duralex de esos de cuarto de litro lleno de vino tinto peleón hasta arriba y me hablaba de la guerra; poco, pero lo hacía. O cómo saboreando ese vino y quejándose de su acidez de estómago crónica (algo que he heredado) se lamentaba de que venía otra guerra en perspectiva porque los estudiantes se estaban manifestando. Y hablo de los años ochenta. Me podía haber enrollado con aquella historia en un post nostálgico y memorístico, pero el 16 de Julio me lo ventilé todo con un simple "Con las revueltas estudiantiles de los 80, mi abuelo decía que así empezó la guerra. Yo me reía. ¿Qué diría ahora? ¿Me seguiría riendo yo?".

Y no es lo mismo. Que no. 

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