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miércoles, diciembre 17, 2008

Grandes pequeñas películas: Cowboys de ciudad

En la historia del cine hay películas enormes, obras maestras que ponen a casi todo el mundo de acuerdo sobre su grandeza. Pero eso no es la magia del cine. La mítica de este medio no reside tanto en esos títulos elevados a la categoría de arte, como de una gran cantidad de títulos menores, películas que nos llenan una tarde de domingo o una noche de jueves, obras sin excesiva trascendencia que cumplen con creces su función de divertir, entretener, e incluso a veces hacernos reflexionar. A mí, personalmente, me gustan mucho esas películas que nacen sin pretensiones y que te sorprenden mucho más que las que ya nacen con el halo de objeto de museo.

Por eso quiero inaugurar esta nueva sección en el blog en la que hacer un repaso a las que para mí son grandes pequeñas películas, títulos que no figurarán en demasiadas enciclopedias sobre el cine, pero con las que disfruté mucho.

Y empiezo con Cowboys de ciudad. El tema, efectivamente, es algo muy manido: la crisis de mediana edad de un neoyorkino cansado de su vida se soluciona con un fin de semana de aventura compartida con sus amigos. Lo mismo que Deliverance trató con bastante drama y angustia, aquí se enfoca desde una perspectiva humorística.

Cowboys de ciudad consigue que mantengas la sonrisa nostálgica durante toda la película. La conversaciones entre los amigos vienen a ser una especie de evolución de aquellas conversaciones de chavales de Cuenta conmigo. Un toque de pedantería, un toque de ingenuidad y otro de dolor producen una receta inolvidable en estos diálogos.

Volví a verla hace poco y me sorprendió el escaso tiempo que Jack Palance sale en pantalla, porque en el recuerdo su personaje había crecido mucho (tal vez sea porque hicieron una segunda parte en que volvía a salir, aunque haciendo el papel de su hermano gemelo).

Y hablando de Jack Palance, tampoco hay que desmerecer a los demás secundarios, sobre todo los dos amigos de Billy Cristal, (Bruno Kirby y Daniel Stern) con sus típicas tramas secundarias de perdedores redimidos en la aventura.

Pero es que lo típico, a veces, funciona de mil maravillas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Este post me ha recordado al gran Jaume Figueres (crítico cine)hace unos tres o cuatro años cuando aconsejó que se prestara atención al film "entre copas" (sideways). Una pequeña película compitiendo por el ansiado Oscar contra "grandes películas" (por presupuesto, elenco, productora, etc.).

Cowboys de ciudad, Cerdos Salvajes...mi mente asocia varias películas. Y, siempre que me pasa, aparece la misma duda, ¿se consideran estas películas road movies? Nunca he sabido lo que es una road movie, porque para mí cowboys de ciudad es tan road movie como Thelma y Louise.

Respecto a las pelis pequeñas y las consideradas pelis grandes, hay quien se maravilla por Lost in translation, y yo prefiero buffy, la cazavampiros cosecha del '92. Disfruté más, no la noté forzada, y aunque reconozco que a Whedon le faltó concretar un poquitín más, Entre Copas, Buffy, Cowboys de ciudad...son películas diferentes, pero que aportan más que la simple belleza estética y el ego, quizás porque no se tuvo ninguna pretensión por conseguir una "obra maestra". No tengo nada contra las obras maestras. Sólo que creo que a veces, lo pequeño es mejor que lo "grande".

Anónimo dijo...

Habrá que verla...

Miss Julie dijo...

Apuntada queda.