El solomillo a la uva es un plato muy sencillo y con el que es fácil quedar bien. Tanto que creo que fue una de las claves en la conquista de mi chica. O no.
Se compra un solomillo de cerdo (o dos, según los invitados). Se salpimienta y se echa en aceite muy caliente, para que se dore por fuera pero quede crudo por dentro. Se saca del aceite el solomillo y se aparta.
En una cazuela, se pone un poco del mismo aceite con el que hemos frito el solomillo y se sofríe una cebolla grande entera, cortada muy fina. Cuando la cebolla está sofrita, transparente, se añaden cinco o seis uvas y el solomillo que teníamos apartado. Se echa un poco de vino, apenas cubriendo la carne y se deja hervir un buen rato. Veinte minutos o más. Podemos probar si la carne está hecha pinchándola.
Sacamos el solomillo y lo cortamos en rodajas. Yo, además, trituro la salsa con una batidora, pero eso no es necesario. Después servimos las rodajas de solomillo con la salsa de cebolla-uva-vino, y el éxito está asegurado.
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